A la gente le gusta parecer inteligente y es bien sabido que la manera más rápida y efectiva de aparentarlo es a través de la crítica, justificada o no, de aquello que le guste a la mayoría o que pudiera llegar a gustarle a la mayoría. Supongo que el fenómeno se presenta desde que el hombre es hombre, pero quisiera ubicar su origen en la decadencia del imperio cristiano, al inicio de la edad moderna o bien en el análisis que se hace de los pensadores pertenecientes a esa época donde anticristiano es sinónimo de genio: Mientras más se aleje el filósofo del paradigma escolástico, más popular resulta entre los jóvenes y el público en general.
Ahora bien, estos pioneros del pensamiento expresaron sus críticas a través de tomos y tomos escritos donde el lector se deleitaba (o no) con la discusión sistemática de ideas antiguas y nuevas, propias y ajenas, hasta las últimas consecuencias del raciocinio. Y hasta ahí el esfuerzo era loable y admirable.
Pero luego (o antes, qué más da), como para aprovecharse de la popularidad de los que iban en contra de la corriente, a alguien se le ocurrió pagarle a la gente por hablar mal del trabajo de otros. Les llamaron críticos y aunque Saint-saëns les puso largas orejas, el público les puso corona, show en Fox, personaje en película de Disney y jurado en reality británico, porque como dice Anton Ego: “The work of a critic is easy. We risk very little yet enjoy a position over those who offer up their work and their selves to our judgment.‘
Con el advenimiento de internet y la fácil distribución de opiniones a través de blogs y redes sociales, es apenas lógico esperar que todo el mundo se convierta en crítico conocedor de la noche a la mañana, pues son las opiniones negativas y groseras que se burlan de un gusto común las que reciben el like, share, love y demás halagos hacia la inteligencia de los odiosos (porque todo lo odian) sobre la ingenuidad y estupidez de los amantes (porque aman alguna cosa).
De ahí que no me sorprenda que la gente se esfuerce tanto por explicar por qué no disfrutaron películas como Justice League o the Last Jedi. Superman, Batman, Wonder Woman, Flash y Aquaman son infinitamente más famosos que sus contrapartes de Marvel. Todo el mundo recuerda las series animadas de Batman, los súper amigos y la liga de la justicia; las películas antiguas de Superman y Batman son considerados clásicos, en especial las primeras dos de cada saga; las series de Superman con Louise Lane son recordadas con cariño entre jóvenes y viejos, etc. Etc. Esto implica que todo el mundo tiene una imagen de lo que debieran ser estos héroes y cualquier variación del orden establecido en sus cabezas es considerado un pecado del cual aprovecharse para garantizar un poco de popularidad facebookina. Porque odiar es inteligente, y odiar públicamente es de súper genios.
Habrá quien me diga que los X men y Spiderman son igual de populares a los demás héroes de DC, pero ello prueba mi punto: sus películas son las más criticadas de las de los héroes de Marvel. Mientras que los desconocidos Guardians of the Galaxy, Thor e incluso Iron Man (no me salgan con que era popular antes de Robert Downey Junior) gozan de una favor desmedido de los críticos, pues no existe una imagen previa en la mente de las personas y sus películas han sido a lo menos entretenidas. Las críticas irracionales llegarán cuando reemplacen a Robert Downey junior y a Chris Evans con nuevos actores, pues ellos son el único modelo de Ironman o Captain America que la gente ha conocido.
Lo de The Last Jedi es bastante similar. Los que no aman a Star Wars odian a los que sí, de modo que criticarlos es una fuente de placer y popularidad inconmensurables. Y los que aman la saga, no pueden permitir que Luke Skywalker sea distinto a lo que tienen en sus cabezas del héroe de los setentas, ni siquiera el mismo Mark Hammill, si nos atenemos a la entrevista.
Obviamente, todos queríamos que Luke Skywalker los matara a todos, como una especie de Bruce Willis intergaláctico, pero Luke ya no es el héroe. Nuestro héroe es Rey. Y al no ver a Luke así, entonces buscamos cuánta tontería encontramos para criticar una película de altísima calidad.
Entonces, para llevarle la contraria a los odiosos haré una declaración de amor, ingenua y estúpida. Me gustó mucho la liga de la justicia y me encantó The Last Jedi.
Es hora de que los genios me odien por completo!!!!