Las piezas en do mayor son engañosas y esto por la mala fama que tienen: Resulta ser que en el piano, esta tonalidad corresponde a una escala que se puede tocar solamente usando las notas blancas y por eso mismo, es posiblemente la primera escala que se aprende a tocar (digo posiblemente porque la primera que aprendí yo fue sí bemol mayor, pero eso es tema para otro post). Tanto tiempo lleva entonces, tocando esta escala un pianista en la vida, que se crea la ilusión de que la música en esta tonalidad es de alguna manera fácil.
Dicha ilusión resulta exacerbada por la existencia de piezas en do mayor que por su gran popularidad resultan relacionadas con la noción de pianistas “principiantes”. Por ejemplo, la Sonata K545 de Mozart en do mayor, a veces apodada facile, es lo suficientemente famosa como para ser reconocida hasta por el gorrión que se para en la ventana, y aunque no es tan difícil como otras piezas de Mozart, realmente es justo decir que era facile únicamente para él y para su santísima hermana. Lo mismo probablemente sucede con la pieza K265 que contiene el tema de lo que hoy llamamos estrellita, canción infantil que sí es fácil de tocar, pero que luego es engalanada por doce variaciones técnicas que ningún pianista serio se atrevería a llamar fáciles.
(Acabo de caer en cuenta de que mencioné dos piezas de Mozart, por lo que creo que suena sensato sugerir que el mito de do mayor es prácticamente su culpa.)
Lo cierto es, sin embargo, que los acordes y progresiones relacionadas con do mayor están tan interiorizadas por el oído humano, que cualquier pieza en esta escala suena perturbadoramente transparente y el mismo gorrión del párrafo anterior está en capacidad de detectar hasta la más mínima equivocación. Beethoven lo sabía cuando compuso la sonata Waldstein y también cuando compuso el segundo movimiento que más adelante interpreto y que le da el título a este blog.
Esta sonata, la Op. 14 No. 2 fue la primera que toqué de Beethoven y recuerdo con especial cariño el primer movimiento que es uno de los favoritos de mi mamá y que interpreto cada vez que está por ahí para escucharme tocando. El segundo, sin embargo, un poderoso tema y variaciones, tan transparente como el vidrio, me tomó tanto trabajo montarlo cuando lo toqué por primera vez, que estoy seguro de que tengo uno que otro error por ahí fosilizado…. Y que disculpen.
Por ello decidí tocarlo especialmente lento y procurando destacar dos cosas. Por un lado, las notas correctas y, por el otro, el tema que da cohesión a las variaciones. También confieso que es una versión como me salió, de ahí el gato al principio, pues tampoco he tenido demasiado tiempo para practicar las últimas tres semanas; ni para escribir este blog, si acaso están llevando la cuenta, pero debo cumplir mi promesa, así me demore un poquito más.
Por otro lado un poco más técnico, debo decirles que, al menos en mi opinión, Beethoven fue y será para siempre el mejor compositor de temas y variaciones y que su magistral habilidad se manifiesta aún en esta pieza que no es de gran envergadura y tampoco muy conocida, pero que ya demuestra por qué el pobre Hummel fue derrotado una y otra vez en los concursos.
El video a continuación: