Reseña: Blancura (59 de 365 + 1)

Lo que me gustó

En la novela Donde nadie me espere Piedad Bonett relata la historia de Gabriel y su lento descenso a la locura y en el episodio que me pareció más memorable del libro Gabriel llega a Bogotá sin zapatos y la reacción de la gente a su alrededor está descrita magistralmente. Porque, claro, en esta y en muchas ciudades, el que anda descalzo está mal de la cabeza o, como decían en los noventas, es un “loquito” de la calle. Sólo por no tener zapatos, Gabriel deja de ser persona.

También la novela de Julia Mercedes Castilla, Aventuras de un joven de la calle elabora esta idea e incluso describe la tragedia de clavarse un vidrio cuando no hay zapatos y el balsámico alivio que se deriva del agua de las fuentes.

En un mito reconocido sobre los Beatles, se dice que Paul McCartney aparece descalzo en la portada de Abbey Road porque realmente él no es Paul, sino el músico que reemplazó al Paul quien murió apenas iniciaba el grupo. Bajo esa luz, los pies sin medias y sin zapatos son un mensaje cifrado acerca del funeral del verdadero Paul.

En la película El buen dinosaurio de Disney-Pixar, Arlo descubre que su padre es realmente un fantasma y que está viviendo un sueño, porque las patas de su padre no dejan huellas en el barro. En un sentido similar, los dioses griegos, los dioses romanos y los emperadores deificados son siempre representados con los pies descalzos. Y sin ir muy lejos, los Hobbits y los Elfos de J.R.R. Tolkien no necesitan de armadura en sus extremidades. Unos y otros son seres con un mayor estatus en las jerarquías de personajes con intelecto.

Por todo esto, mi momento favorito del mundo sucede cuando el personaje descubre que no tiene zapatos. Es un acto simbólico, cargado de tantos significados como los que pude mencionar antes y seguro alguna tradición escandinava que desconozco. Y, claro, es muy gratificante encontrar algún tipo de simbología compartida entre John Fosse y las historias de las mitologías nativas al territorio latinoamericano.

Blancura es un libro muy corto, pero alegórico y simbólico (si me permiten la redundancia) y cada frase, si analizada, seguro que revelaría otros significados de los que nos habíamos dado por enterados que estaban allí.

Lo que no me gustó

Es muy corto y por eso se lee en una sola sentada. A uno le quedan ganas de más… Será leer septología que también lo tengo por ahí.

En conclusión

Leer a un premio Nóbel es como participar en una ruleta rusa o algún juego de suerte maldito, porque siempre son esos los libros más caros, inflados por el aire del premio, pero no necesariamente representativos de los mejores escritores (le dieron un premio a Bob Dylan, a ver). Sin embargo y afortunadamente, al menos en lo que respecta a este libro, Fosse tiene una fama bien merecida

A ver cómo me va con el resto de sus obras.

Reseña Segunda Fundación (58 de 365 + 1)

Lo que me gustó

Al igual que Fundación e Imperio, este libro está conformado por dos novellas. La primera es la continuación directa de la historia del Mulo y trata del combate final entre el mutante y la Segunda Fundación. La segunda trata sobre un enfrentamiento entre la Primera y la Segunda Fundación para mantener en marcha el Plan Seldon. De las dos, la primera, El mulo inicia la búsqueda, es significativamente mejor.

Lo que más me gusta de El Mulo inicia la búsqueda es que desarrolla con más intensidad al personaje del Mulo y nos otorga detalles sobre sus reflexiones personales, sus verdaderas intenciones y las estrategias que subyacen a la manera en que utiliza su poder. Es una persona fría y calculadora, pero también es una criatura traumada por el rechazo y más que nada porque su poder le ha impedido averiguar si existe alguien que lo aprecie de verdad. Ahora bien, habiendo sido derrotado precisamente por la muestra de cariño sincero que le otorgó Bayta, su obsesión con la Segunda Fundación es al mismo tiempo su inspiración y su más clara debilidad, lo que resulta muy bien justificado a lo largo de la historia. Al final, se siente venir el momento en que (spoiler alert) se enfrentará con sus iguales pertenecientes a la Segunda Fundación y será derrotado en un combate telepático singular contra el Primer Orador.

Con respecto a este encuentro, me pregunto si el Mulo no estará basado en Atila, de quien se dice que desistió de invadir Roma luego de hablar con el papa Leo. A ciencia cierta, nadie sabe qué pasó ese día, pero si se ha conjeturado que fue una especie de acto divino (telepatía para Asimov) el que impidió que el llamado “azote de dios” destruyera Europa y no me sorprendería que esta historia hubiera inspirado el relato del Mulo. Otro par de similitudes entre Atila y el Mulo se pueden encontrar en la descripción que hacían del aspecto del conquistador Huno (deforme de las piernas por nunca bajarse del caballo) y en lo corto de su reinado, pues sus conquistas solamente duraron mientras estuvieron con vida. (Fin del spoiler)

Respecto a La búsqueda de la fundación, lo que más disfruté fueron las descripciones de los mecanismos científicos que justificarían la existencia de la telepatía como una habilidad natural y no solamente como un recurso mágico de literatura fantástica. Las interacciones entre los oradores (que también aparecen en la primera novella) son a veces un poco difíciles de seguir, pero leerlas y releerlas hasta que tengan sentido le permiten a uno imaginarse un mundo donde los poderes extrasensoriales son un acto natural de aprendizaje y no un arte mágico reservado para los “sacerdotes”. Algo así como la escritura, que en su momento fue un aprendizaje reservado a las clases religiosas de todas las civilizaciones del mundo antiguo, dotado muchas veces de poderes sobrenaturales y ahora es una necesidad básica enseñada a casi cada ser humano nacido en este planeta, que ciertamente no ha dejado de ser poderosa.

El argumento de esta novella no me parece que esté bien pensado, pero las revelaciones acerca de la ubicación de la segunda fundación (básicamente un juego de palabras con el significado de la palabra “extremo”) y la identidad del Primer Orador son sencillamente magníficas. La primera lo es porque para una persona, para un individuo, sería obvio (spoiler) que la segunda fundación está en Trantor y por ello Mis logra averiguarlo, pero esa misma revelación jamás sería lógica para una población entera, para todo una civilización, y por ello el plan Seldon y la psicohistoria funcionan. También cabe aquí mencionar que el final de Fundación e Imperio es mucho más emocionante por lo cerca que estuvo el Mulo entonces, de casi encontrar lo que buscaba y perderlo estando tan cerca (fin del spoiler). Con respecto a la segunda revelación, es sencillamente muy bonita.

Finalmente, diré que la evolución en las técnicas de escritura de Asimov es evidente. Al principio se nota que no contaba con las capacidades para describir ambientes, estructuras o interacciones físicas, por lo que su literatura se dedica únicamente a reproducir diálogos, mientras que estas últimas novelas y relatos son mucho más ricas en descripciones, sin dejar al un lado su máxima habilidad: las interacciones dialógicas entre personajes interesantes.

Lo que no me gustó (solo spoilers)

La búsqueda de la fundación no tiene un argumento que tenga sentido. Seldon menciona durante la primera crisis en Fundación que la segunda fundación existe y que su misión es prácticamente la misma misión que la de la primera, de modo que tener como antagonistas a personajes ciudadanos de la primera fundación que quieren destruir la segunda es ilógico y bastante tonto. La historia tendría más sentido si se tratara únicamente de un grupo de científicos de la segunda fundación, tratando de borrar de la memoria de la gente todo recuerdo de su existencia, de modo que, como dice el primer orador, la confianza que sostiene a la primera fundación como cuna del segundo imperio dependa de sí misma y no de la existencia de salvadores externos. Con esta idea en mente, todo podría resolverse más lógicamente si durante la guerra contra Kalgan la segunda fundación fuera destruida “accidentalmente” y así la historia siguiera el curso natural del plan Seldon. Pero las confabulaciones de los últimos capítulos sobre las distintas respuestas y que el papel de la nieta de Bayta junto con su padre sea el de odiar a la segunda fundación y ayudar a destruirla es verdaderamente ilógico. Además porque Términus era el último lugar donde podría estar la segunda fundación: dado que la segunda fundación venció al Mulo, sí la segunda fundación hubiera estado en Términus, entonces el Mulo jamás habría podido dominarla; la cosa se cae de su propio peso.

Por otro lado, algo que me deja un pésimo sabor de boca es que el Primer Orador sugiere que Bayta venció al Mulo con ayuda de la segunda fundación y creo que ello desvirtúa profundamente al personaje. Si el cariño y sinceridad que ella le profesaba no fueron lo que realmente le dieron la fuerza para matar a Mis y salvar a la galaxia, entonces ella solo fue un títere más.

Finalmente, tengo sentimientos encontrados con el sacrificio de los cincuenta científicos que son asesinados para que la galaxia crea que la segunda fundación ya no existe. Es matemáticamente correcto, pero hace pensar que la segunda fundación es tan mala como cualquier líder de ejército que manda a sus fanáticos como carne de cañón para poder ganar una guerra. Pero lo de la moral ambigua es una constante a lo largo de toda la saga de fundación: tener un segundo imperio no es necesariamente algo bueno, es solamente menos malo que el caos de no tenerlo. Es, literalmente, el menor de dos males, y no se supone que creamos que la fundación representa un gobierno correcto de gente bondadosa, solo el gobierno más efectivo para la civilización descrita. Es por eso que sus líderes son manipuladores, calculadores, crueles y despiadados, cuando el fin justifica los medios y los medios no son especialmente violentos.

En conclusión

Me quedan faltando los extraterrestres, pero una historia sobre una galaxia poblada de humanos es científicamente correcta y todas sus luchas, hasta las que usan magia, son descritas de manera tam convincente que uno siente que son perfectamente plausibles. Fundación, sin lugar a dudas se merece su lugar en la historia como la mejor trilogía de ciencia ficción de todos los tiempos.

Lunes rutinario (57 de 365 + 1)

Hoy estuve prácticamente ocupado todo el día y hasta ahora pude detenerme a respirar tal vez intentar conquistar otro templo de Zelda. Entre tanto, recuento que el día tuvo como protagonistas una versión en eólico del Allegretto 1 del libro de Suzuki, así como una versión improvisada de Bad Romance, curiosamente ninguna tocada por mi. También tareas propias y tareas ajenas, todas ellas terminadas hasta donde bien se pudo. Fue un buen día, pesado, pero bueno. Pesado como el gato que tengo encima mientras escribo.

Mañana intentaré volver a la Fundación.

Reseña Fundación e Imperio (56 de 365 + 1)

Lo que me gustó

A diferencia del primero, este libro sí es una novela, o más bien dos novellas juntas (para usar la clasificación inglesa por cantidad de palabras) en un sólo conglomerado. (Spoiler alert) La primera trata del enfrentamiento entre la Fundación y el ya decaído imperio, y está a propósito escrita como una historia frustrante, o más bien, frustrante para sus protagonistas, puesto que ellos están incluidos allí para proporcionar un punto de vista que demuestre que las matemáticas de Seldon funcionan en términos universales y no dependen de la intervención de unos pocos individuos; o dicho de manera más simple, los actos de Devers y Barr (los protagonistas) son enteramente irrelevantes, puesto que el comportamiento de las masas, y en especial el de una institución representada por un emperador paranóico, es perfectamente predecible y no requiere de ninguna intervención externa: si un general del imperio se vuelve demasiado exitoso, el emperador va a creer que éste lo quiere derrocar y, a la primera oportunidad, lo va a ejecutar. Y creo que ello hace casi comédicas las situaciones en que se meten Devers y Barrs, quienes se recorren toda la galaxia llenos de buenas intenciones para lograr prácticamente nada y aún así salir triunfantes.

La segunda novella “El Mulo” es el mejor de todos los escritos de esta trilogía. Primero, tiene el mejor personaje femenino (de hecho el único personaje femenino que valga la pena en 895 páginas de toda la fundación). Segundo, es la primera vez que el plan Seldon falla y por la acción, precisamente de un individuo, el mutante El Mulo, lo que genera un interesantísimo contraste con la novella anterior (como los dos hemisferios de una misma ecuación). Tercero, más que una historia de ciencia ficción es un relato de literatura fantástica donde Asimov logra justificar científicamente (biológicamente para ser precisos) la existencia de un poder mágico de nivel telepático. Cuarto y más importante, tiene un maravilloso plot twist; plot twist que, además, resulta más emocionante a las luz de los acontecimientos de Segunda Fundación. (Fin de spoilers)

Finalmente, estoy seguro de que el holorófono de Futurama está basado en el visisonor de este libro. Hasta Matt Groening ha leído Fundación.

Lo que no me gustó

Este libro es prácticamente perfecto. Nada que criticar.

En conclusión

¡Bayta Darrel para emperatriz!

Reseña Fundación (55 de 365 + 1)

Lo que me gustó

Lo primero que hay que aclarar, para el que llegue nuevo a este libro, es que no es una novela (como probablemente dicen las reseñas de la contraportada); es una colección de cuentos sobre distintos personajes que se encuentran conectados entre sí. La conexión, como podrán deducir, es el proyecto galáctico imperial que recibe el nombre Fundación y en ese sentido, relata las vicisitudes de al menos cinco personajes a lo largo de dos siglos de historia.

De ellos, mi favorito es Salvor Hardin, a quien le salen dos sentencias tan espectaculares que parecen sacadas del inventario de Óscar Wilde: 1) La violencia es el último refugio del incompetente; y la mejor de todas 2) Nunca deje que el sentido de la moral le impida hacer lo que es correcto. Además de sus frases célebres, Salvor Hardin es el único personaje que tiene una participación activa en el desarrollo de los hechos y siendo una especie de James Bond/Winston Churchill/Sherlock Holmes logra fácilmente cautivar al lector con sus ocurrencias.

Ahora bien, en términos de argumento, los cinco relatos que conforman esta colección son una magnífica lección de historia de la humanidad: (Spoilers) Todo inicia con un imperio galáctico, con toda seguridad una recreación del imperio romano, que está en decadencia, pero solamente lo sabe Hari Seldon, un matemático que ha inventado una disciplina que le permite calcular y predecir los comportamientos de las masas como si fueran los componentes de una ecuación físico-química. Sus predicciones le han permitido descubrir que la galaxia caerá en caos durante 30.000 años, a menos que se construya una Fundación de científicos que guarden el conocimiento de la humanidad y permitan la llegada de un segundo imperio al final de diez siglos. O al menos ese es el plan original aparente, porque, realmente, el objetivo de la fundación es convertirse en el segundo imperio a través de las triquiñuelas de la manipulación de masas tan repetidas a lo largo de la historia humana: el conocimiento (en particular la energía atómica) se vuelve exclusivo para una población (la fundación); sus gobernantes lo venden a los pueblos circundantes como magia y religión y a través de ellos construyen una devota red de seguidores (probablemente un guiño a lo que hizo Constantino cuando adaptó el cristianismo en el imperio romano de Oriente); y al final, como evidentemente se descubriría que la religión y la magia no tienen nada que ver con el conocimiento de la Fundación, el poder de la misma se mantendrá ahora a través de una inmensa red de comercio que vende en exclusiva los productos derivados del uso de la energía atómica a lo largo y ancho de los planetas conquistados (algo así como si la burguesía hubiera seguido siendo fiel al clero y se hubieran puesto de acuerdo en cómo seguir dominando toda Europa). La manera en que Asimov convierte su versión de la historia de Europa tras la caída del imperio romano en una colección de cuentos de ciencia ficción es sencillamente magistral. (Fin de los spoilers)

También es muy divertido leer los alcances que Asimov le daba a la energía atómica, desde trituradores atómicos de documentos y basuras, pasando por escudos de energía que desviaban cualquier disparo y hasta transmutadores de plomo en oro con espichar un solo botón. Desarrollos que son imposibles en el mundo en que vivimos, por culpa del desastre de Chernobyl y las dos bombas atómicas. Precisamente por esto, otro texto de Asimov trata de Asnos Estúpidos a los humanos, por haber convertido en desastre lo que debería haber sido la verdadera revolución de la tecnología; en cambio, usar energía atómica o pensar en ella nos hace tan malos como el Sr. Burns.

Tal vez Nolan y su película de Oppenheimer nos devuelvan el interés humano de investigar la energía atómica con un objetivo distinto al de matarnos con mayor efectividad. Entre tanto

Lo que no me gustó

Asimov influenció a toda una generación de escritores, George R.R. Martin incluído, cuyas obras maestras son los cuentos y no las novelas (en mi opinión, A Song of Ice and Fire es muy inferior en calidad a cualquiera de sus cuentos). La cosa es que los dos autores sufren del mismo problema, al menos en el primer libro de Fundación el primero y en la saga de la canción de hielo y fuego el segundo: escriben mejores diálogos que escenas de acción y cuando el texto necesita largas descripciones de momentos épicos, recurren a la estrategia de incluir a un personaje que cuenta lo más fantástico de las historias como una aburrida noticia sacada de un periódico cualquiera (el de cinema sins lo llama Exposition). Lo que a Asimov se le perdona, porque tenía 22 años cuando sacó el primer cuento de la fundación, pero a Martin en este punto se le podría censurar, pues su saga necesita de un toque más Tolkien u homérico (el griego, no el Simpson) para este punto.

Pero sí, hay ocasiones en que preferiría que me contaran la batalla épica entre las naves, en vez de decirme que los reinos se rindieron en una conversación anticlimática entre el primer príncipe comerciante y uno de sus adversarios. En fin.

En conclusión

Asimov es ante todo un científico e historiador con el tremendo poder alquímico de transformar dichos conocimientos en literatura entretenida. Es un libro inteligente pero accesible e insisto, Salvor Hardin les va a encantar.

Reseña: Trilogía de la fundación-preámbulo (54 de 365 + 1)

La cuestión es que este libro son tres en realidad, así que como quiero hacerle justicia, le haré tres reseñas en las entregas 55, 56 y 57 del año. Además, porque lo leí en veinte días, lo que para ciertos lectores no será especialmente sorprendente, pero a mí enorgullece bastante, la verdad. Mucho más (o máxime, como dicen los argentinos) porque llevo al menos quince años intentando hacerle la leída, lo que explicaré a continuación:

Ignoro cómo llegó Asimov a nuestra casa; sospecho que fue algo así como que mi hermana le recomendó el libro a mi hermano porque él estaba estudiando química o bien, él se lo recomendó a ella porque estaba estudiando química (si alguno de los dos lee esto y me lo aclara, le quedaré eternamente agradecido); y lo de la química es importante porque, como ya todos saben, Isaac Asimov era doctor en dicha disciplina, además de uno de los autores más reconocidos del género de la ciencia ficción.

Pues bien, mensualmente comenzaron a aparecer distintas títulos de Asimov regados por toda la casa, desde la mesa del comedor hasta los baños (aunque tal vez debería decir, que especialmente entre los baños), y dado que al menos cinco libros tenían en el título la palabra fundación, era imposible no sentirse atraído por la dichosa palabreja. Porque además suena misterioso ¿No creen? ¿Qué es una fundación? ¿Por qué habría una fundación en el espacio? Y, bueno, como había tantos, creo que nunca cogí el mismo, y entre prólogo y prólogo de lecturas efímeras me enteré de que existía un Hari Seldon, que existía un tal Mulo y que Asimov escribía maravillosos y divertidos recuentos de su propio biografía entre capítulos y entre cuentos. Sus lectores incluso le mandaban cartas sugiriendo que sus comentarios eran mejores que sus libros, lo que él no tomaba como halago, pero que marcó un estilo que Stephen King imitaría en sus colecciones de cuentos, especialmente Nightmares and Dreamscapes (probablemente la mejor colección de historias de terror desde las Narraciones Extraordinarias del viejo Poe).

Pero volvamos a Asimov. Dado que el primer capítulo de fundación incluye a Hari Seldon, pero ya no vuelve a aparecer más (bueno, sí, pero no), creo que el libro que más leí fue Preludio a la Fundación, porque Seldon aparecía en todos los capítulos y creía en ese entonces que él debía ser el punto más importante de la historia (después me enteraría de que no, de hecho en las últimas dos semanas lo entendí por fin, pero ello será cuestión de las siguientes entregas) y también porque este libro tiene una narración más tradicional y más fácil de entender para un adolescente (yo) que no estaba acostumbrado a leer libros de historia (pero de esto hablaré más mañana). El caso es que igual no acabé el libro, también porque se lo llevaban del baño, así que le cogí un poco de fastidio al asunto y preferí al Asimov de los cuentos durante años incontables. De este modo, llegué a apreciarlo como cuentista y a la que considero su obra cumbre en este estilo y probablemente el mejor relato de ciencia ficción de la historia: La Última Pregunta.

En fin, que evité leer la fundación tanto como pude, supongo que también porque uno de hermano menor quiere dárselas de independiente y de distinto y quería jugar a que no me gustaba lo que leían mis hermanos (de hecho me fui con Bradbury y con Clark). Pero además, creo que no sabía lo suficientemente de historia o literatura para disfrutarlo en realidad y, no me mal entiendan, Asimov es un autor accesible, pero como pasa con todos los clásicos, hay que tener un cierto estado mental para dirigirse a ellos con la madurez correspondiente. A fin de cuentas, no todos somos Matilda sacando libros de la biblioteca a los cuatro años.

En fin, que mi hermana me regaló la trilogía de la fundación por allá en una navidad pandémica y, como Sanderson me dejó con ganas de más ciencia ficción, pues finalmente me arriesgué a leer al maestro químico y…. Bueno, mañana les cuento lo demás.

Sobre una triste pizza (52 de 365 + 1)

La imagen que acompaña este post es la cruel manifestación de un crimen sin nombre. No solamente por el desperdicio de comida que significa botar toda la masa de una pizza deliciosa, sino porque además los perpetradores ni siquiera se atrevieron a ensuciarse las manos.

Honestamente, prefiero evitar imaginarme los castigos ejemplares a que serán sometidos los inertes subversivos que hoy actuaron de este modo.

¿De qué más serán capaces?

Creo que hoy no podré dormir.

Y por qué la gente no escucha música clásica Parte IV: La tercera hipótesis (50 de 365 + 1)

Sí la escucha, pero sólo las mismas piezas una y otra vez

Hay un estilo de videos, bastante populares en redes sociales (y que supongo no engañan a nadie) en los que aparece un pianista de restaurante (o piano público) que, sospechosamente, se sabe un acompañamiento, y no una pieza para piano solo, y resulta tocando ese aburridísimo, insulso incompleto y vacío acompañamiento en el preciso instante en que está pasando por ahí el músico que tiene la parte bonita, melódica y agradable para la que fue compuesta (o arreglado) dicho acompañamiento. El video no sería tan molesto si no fuera por las siguientes dos razones 1) el pianista quiere hacernos creer que no había ensayado antes con el otro músico; esto, a través de un montón de comentarios pretenciosos que aparecen como subtítulos cada vez que tocan alguna sección que suena más difícil que las demás 2) solamente tocan las mismas piezas de siempre; el vuelo del abejorro de Korsakoff, el tercer movimiento de verano de Vivaldi o la Donna e Mobile; que no tienen nada de malo musicalmente, sino que son tan populares que uno se pregunta si no estarán evitando el avance de la música clásica en vez de fomentarlo, también porque nunca nadie se toma el trabajo de averiguar el contexto al que pertenecen esas piezas (los otros dos movimientos de verano, el segundo particularmente1 o el resto de la ópera a la que pertenece al Aria de la ópera de Verdi, por ejemplo).

Con estas cosas, básicamente, me siento como uno de esos Hipsters que le pregunta al que se puso la camiseta de Nirvana sí se sabe alguna canción de la banda, con la diferencia de que esta es toda la música del mundo civilizado occidental. Y, claro, la publicidad y los influencers se encargan de seguir reproduciendo las mismas cuatro piezas, tal y como el algoritmo de Spotify que, por alguna razón incomprensible (porque alguien pagó para que eso pasara duuh) cree que después de tres horas de escuchar a Yuja Wang, Alice Sara Ott y Valentina Lisitsa lo más lógico es poner el último éxito del Feid.

Y, pues, ante eso, mi sugerencia es intentar construir sobre lo existente y tratar de escuchar piezas similares, que podrían abrir el conocimiento del auditor pasajero de los “temas clásicos”. En dicho espíritu, pondré mi selección de piezas que cumplen esas características a continuación, en el estilo “amplíe su vocabulario ” pero con el verbo escuchar, así:

Además del maravilloso vuelo del abejorro de Korsakoff, escuche la abeja de Schubert:

Además del Aria “la Donna e mobile”, escuche el Aria de Mozart “Apprite un po cuegli occhi”, que la letra es prácticamente la misma y hasta más chistosa:

Además de verano de Vivaldi, escuche la tempesta di mare, que suena a las cuatro estaciones pero con upgrade

O el concierto de dos chelos que está en la misma tonalidad:

Y así. Siganme para más consejos musicales.