Sobre Dragon Ball (67 de 365 + 1)

Antes, mucho antes, el ánime en Colombia no era popular y por ello la gente crecía junto a unas pocas series de animación japonesa que compartía con todos los de su generación y de las que hablaba en público lo menos que podía. Las niñas de los setenta, por ejemplo, crecieron con Candy Candy

Y los niños de los setenta con Mazinger Z

Pero siento que eso cambió con la llegada de los Caballeros del Zodiaco y Sailor Moon. En mi experiencia, por ejemplo, los niños de esa época jugaban en los descansos a identificarse con alguno de los cinco caballeros de bronce y las mujeres con alguna de las Sailor Scouts y los más avezados hacían su propio multiverso poniendo de novios a Serena con Hyoga o a Shiru con Mina. Y, pensándolo bien, ayudó mucho a esto el álbum de Panini y las armaduras de juguete que prometían horas de diversión adicional en la seguridad del hogar.

Pero la revolución fue Dragon Ball Z, y estoy seguro de que esto es producto de los canales de perubólica que pasaban los capítulos más recientes de los guerreros Z como si fueran la última obra maestra del siglo XX y su mejor franja de programación (lo que probablemente era cierto, porque el programa inmediatamente anterior era Laura en América). En breve, Goku se volvió el modelo de vida de todos los niños y adolescentes en el país.

Yo, que no tenía perubólica, tenía que aguantarme a mis fastidiosos compañeros de colegio hablándome de Cell, los androides y de Gokú adulto, mientras que veía los capítulos repetidos de Dragon Ball que pasaban una y otra vez en el canal uno. Pero entonces llegó Caracol Televisión y la franja de Animax y la promesa de mostrar todos los episodios hasta el final, incluyendo los de Dragon Ball GT. Sabiendo que Caracol aceptaba el ánime (Sakura Card Captors, Ranma 1/2, Digimon y Monster Ranch entre otros) todos los raritos que veíamos animación japonesa (y no teníamos plata para pagar televisión) por fin sentimos que Colombia nos validaba; y el eje siempre fue Goku, porque Gokú creció con nosotros, y todos gritamos para ver si nos volvíamos monos (curiosamente, esto aplica para Dragon Ball, cuando se volvía simio y Z, cuando se ponía rubio, vaya uno a saber si Toriyama sabía español jeje) para matar al Freezer o levantamos las manos para hacer la Genki Dama que acabó con Kid Boo.

Y aún con un internet de teléfono, buscamos la información y supimos que Akira Toriyama había inventado estos personajes, y dejamos que sus dibujos nos transportaran a través de un extraño planeta tierra donde los dragones cumplían deseos, la mitad de los humanos eran animales y el torneo de las artes marciales marcaba el crecimiento físico y espiritual de un ser humano; porque Gokú, el guerrero más poderoso del planeta nos enseñó también a perder, ¿o acaso olvidaron que solamente ganó un torneo de todos en los que participó?

Y entonces todos amamos a Toriyama.

Y por ello su muerte nos duele. Me pone triste, porque el creador de las historias que alegraron mi vida cuando era tan difícil andar creciendo ya no está en este mundo. Pero le agradezco su existencia y lo que nos dejó.

Cómo dicen los memes, el cielo resplandece a su alrededor, y los niños que hoy tenemos la edad de Gokú lo extrañaremos por siempre.

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