Reseña: La balsa de piedra (133 de 365 + 1)

Lo que me gustó

Es un libro de Saramago y, como tal, tiene las usuales características que entretienen a los lectores de Saramago: Sardónicos comentarios políticos, personajes sin cara ni cuerpo pero profundísimas motivaciones, situaciones absurdas que se convierten en momentos reales y plausibles, etc. etc.

Mi conversación favorita fue la siguiente que reproduciré a continuación:

También, por supuesto, todos los episodios que se refieren a las acciones de las masas y de los políticos. Si algo sabe hacer Saramago es predecir el comportamiento de los dirigentes y de las grandes masas y por ello sus historias siempre suenan actuales y posibles, sin importar que el argumento dependa de un evento no sólo inverosímil sino además físicamente imposible.

Lo que no me gustó

Después de haber leído Ensayo sobre la ceguera, Ensayo sobre la lucidez, Las intermitencias de la muerte, Todos los nombres, El evangelio según Jesucristo, La caverna, Casi un objeto y Caín, leer La balsa de piedra es bastante decepcionante. No es que el libro sea malo, sino que no está al mismo nivel de las demás obras del autor.

¿Cuáles son sus problemas? En general, la historia de Pedro Orce, Joaquim Sassa, José Anaiço, Joana Carda, María Guavaira y el perro Constante es pésima (que me perdone Cervantes por decir esto de una historia de Saramago). Empieza bien, porque los fenómenos sobrenaturales conectados con los cinco personajes y los eventos que los unen al principio son entretenidos, pero en el desgaste de la historia resultan siendo también muestra de que el autor no supo qué hacer con ellos: José tiene estorninos que lo persiguen, pero dejan de hacerlo repentinamente; Joana tiene una vara de negrillo durante unos capítulos y luego a Saramago se le olvida que la tenía, de milagro la recuerda en el último capítulo; hay hilos de lana azules interminables que convenientemente se quedan guardados en un cuarto al que nadie regresa etc.

Ahora, las relaciones sentimentales entre los personajes son forzadas y sus interacciones son además irrelevantes: (Spoilers ahead) Las dos mujeres se acuestan con Pedro en un acto de supuesta misericordia que no solo no está motivado por ningún giro lógico del argumento (al leerlo se siente como: Y ahora quiero que Pedro se acueste con Joana y María porque sí) sino que al principio pareciera que el hecho va a tener consecuencias, ya que las dos mujeres resultan embarazadas (y no se sabe si es de Pedro o de los otros hombres del grupo), pero luego pareciera ser que no tiene mayor relevancia, puesto que todas las mujeres de la isla/península están embarazadas al mismo tiempo porque sí. Y no es que Saramago no viva de “porque sís”, el ensayo sobre la ceguera se sostiene en un “porque sí”, el lío es que, para esta novela, el exceso de los mismos (en general todo lo relacionado con los movimientos ultraoceánicos de la península y todos los fenómenos sobrenaturales de los personajes) parece más pereza que cualquier otra cosa.

Para cuando uno llega a la página 200, uno ya está aburrido de leer sobre los personajes y solamente quiere pasarles por encima a ver si se encuentra con el siguiente comentario político o relato sobre lo “macro” de la novela, que es lo verdaderamente interesante.

En conclusión

Si el libro fuera solo un ensayo sobre lo que pasaría con las grandes masas y los políticos en el mundo si la península ibérica se separara físicamente de Europa, el libro estaría perfecto. Así como está, sin embargo, le sobran al libro al menos 200 páginas de personajes con excelentes premisas, pero historias irrelevantes. Recomiendo de Saramago los otros que mencioné antes, pero este no.

Recomendaciones en Netflix para pasar el tiempo sin pensar demasiado (128 de 365 + 1)

Rebel Moon

Es una de esas mega producciones que gasta millones de dólares en contratar actores medio famosos, un amplio grupo de animadores y cuando se da cuenta de que ya no le queda presupuesto, le pide a chat GPT que les haga un guión que combine todas las escenas y personajes de todas las películas de acción famosas de los últimos cien años.

¿El resultado? Los siete magníficos en el espacio.

Y no es una película de esas que vaya a hacer historia o que vaya a ser recordada más allá del tiempo que se demora uno en ver las dos partes. Pero si uno necesita hormiguitas peleando o ruido blanco que llaman ahora, estas dos películas son una muy buena opción para pasar el rato.

Oats Studios

Son, en sus propias palabras, cortos experimentales, y si uno los ve como historias independientes no sólo no los va a entender sino que probablemente se va a aburrir. No obstante, si uno lee la historia y se da cuenta de que los estrenaron en YouTube y en Steam antes de subirlos a Netflix, entonces se da cuenta de que realmente son lo que llaman en videojuegos “cutscenes” y que con esa idea en mente, son mucho más fáciles de disfrutar y uno que otro resulta hasta crítico y muy entretenido.

¿Mis favoritos? Zygote, God, los tres de ADAM y los dos de Kapture. Por cierto, para ver los tres de ADAM probablemente les va mejor en YouTube. Rakka y Firebase tienen excelentes animaciones. Los demás son pasables y, afortunadamente, son muy cortos, así que se puede salir de ellos casi que en dos días.

Over and out.

A propósito de Star Wars a lo Revenge of the Fifth (124 de 365 + 1)

Dicen los documentales que George Lucas aprobó la línea de juguetes antes de terminar de editar la primera película. En 1977, año en que se estrenó la Star Wars original, los juguetes eran diseñados y pensados para que fueran disfrutados por niños (no como ahora), de lo que es acertado deducir que 1) George Lucas siempre pensó que debía existir un componente infantil en sus películas y 2) que el público de sus películas era necesariamente infantil (de hecho, el rating original es PG, que a la larga significa que se sabe que van a ir niños que deben ir acompañados de sus padres).

Muchos de los que vieron la trilogía original en cines, cuando eran niño (o de pronto hasta por televisión, porque estoy seguro de que las pasaron por televisión colombiana en algún momento en los ochentas o noventas) odiaron la trilogía de precuelas y esto, porque las películas no estaban diseñadas para ellos, ya un poco adultos, sino para los niños de la época que, estoy seguro, disfrutaron ver a Yoda saltando y luchando como un sapo mágico guerrero(yo, de hecho, fui feliz viendo Jedis saltando y peleando, era todo lo que me importaba y me lo entregaron en bandeja de plata): para ellos fue que Filoni creó la serie Clone Wars que, junto con ellos, creció hasta una última temporada con temas un poco más complejos y menos infantiles pero aún para niños.

Y luego llegamos a la trilogía de secuelas que son diseñadas por Disney, dado que son la empresa más grande de contenido infantil (George Lucas jamás le hubiera vendido su obra maestra a alguien que no vendiera licencias para juguetes o que no diseñara películas PG) y a la que un montón de abuelos y padres llevaron a sus hijos, después de haberles lavado la cabeza mostrándoles al Vader, al Sidious, al Obi-Wan y al Luke. ¿Qué recibieron los niños de esa época? Un Vader, un Sidious, un Obi-Wan que además era Luke; y además ¡otra vez al Sidious!

Pónganse en el lugar de un niño al que le dijeron desde chiquito que el Sidious era lo más malo de la historia y un diálogo dice “somehow, Palpatine returned” el niño emocionado en la oscuridad de la sala de cine le dice a sus padres “¡Woooooooow! Es el malote que me dijiste…. !todavía está vivoooooo!” Y mientras que los padres/abuelos decepcionados se cuestionan por la lógica interna del asunto (lo clonaron, revivió igual que Maul, ¿Qué pasó aca? Qué decepción) los niños se emocionan de ver al personaje que sus familiares mayores les metieron en la cabeza sin pensar demasiado en el asunto, porque, pues, la película era para ellos.

Y me gusta Star Wars, pero sin importar todos los análisis que le hagan (“los Ewoks son los Vietnamitas del Viet Cong enfrentándose al imperio de Estados Unidos….” No, de hecho son ositos lindos que vendían muy bien como peluches para niños) sé que son películas y contenido diseñado desde un principio para que sea perpetuado por menores de quince años. Y eso está bien. Sólo recordando eso se puede seguir disfrutando Rebels, the Bad Batch, the Mandalorian y las películas que aparezcan en el futuro cercano, porque está bien sentirse como niño en una galaxia muy lejana.

Sobre Wish los Increíbles 2 y cuando Disney no logra representar a Nietzsche (123 de 365 + 1)

Wish no fue nominada a los Óscares, lo que creo que no sorprendió a nadie realmente. La película no es especialmente mala, pero comparada con Elemental, también de Disney (sí, yo sé, Pixar) y cualquiera otra de las nominadas es obvio que estamos presentes ante un producto inferior. Y si bien la presencia de Disney + reduce sus ganancias y divulgación (porque es más fácil esperar que ir hasta el cine, máxime si uno quiere ver las películas en inglés que suelen ser el doble de caras si acaso se consiguen), el problema de esta producción es bipartita: 1) La premisa es ilógica 2) El guión peca por cobardía. A continuación desarrollaré las ideas:

Premisa ilógica

La película comienza con la presentación de Magnífico como un poderoso hechicero que logró construir una ciudad en una isla luego de prometerle a la gente que, si vivían allí, utilizaría su magia para concederles un deseo. En una especie de “discount” Budismo, Magnífico suprime el deseo para suprimir el sufrimiento (la gente olvida lo que deseó, pero no que deseó algo) y así, la gente vive esperando el momento en que les den lo que desean en una ceremonia que se repite mensualmente. El problema de algunas cosas con descuento es que no son de la mejor calidad y en este caso, el trato que ofrece Magnífico debería haber generado problemas desde un principio, pues no hay sensación más molesta que cuando uno quiere algo, pero no sabe qué, o iba a decir algo y se le olvidó. En esos casos uno suele culparse, pero en esta premisa siempre es culpa de Magnífico quien, lógicamente y en breve (no después de cien años) habría generado un pueblo de gente frustrada que a la primera oportunidad lo hubiera derrocado por ladrón de olvidos.

Ahora que, por otro lado, no es claro cuál es el propósito de Magnífico al guardar los deseos. ¿Aumentar su poder? Definitivamente no, dado que Magnífico ya es poderoso y solamente cuando se ve amenazado por Star es que decide transformar deseos en garras verdes que lo hacen el malo de la película. Entonces, ¿Para qué era que los guardaba? Ni idea. Y ya solo por eso su motivación para no cumplir deseos, o bien cumplirlos, no tiene justificación y por ello la película falla desde el principio. Y es por eso que después resulta tan poco creíble que Magnífico se vuelva malo tan rápido, que la gente no se una a Asha con mayor prontitud y que al final Magnífico sea vencido tan fácilmente.

Pero todo ello podría cambiar si el guión fuera un poco más valiente, como explicaré a continuación.

2) El guión peca por cobardía

En los Increíbles 2, hay un diálogo muy bien escrito que, desafortunadamente, no lleva a nada, porque de admitirse que quien lo dice tiene razón (porque la tiene) entonces los increíbles y todos los super héroes deben desaparecer del panorama. Lo reproduzco a continuación en su original en inglés:

Elastigirl: I counted on you.

Evelyn: That’s why you failed.

Elastigirl: What?

Evelyn: Why would you count on me? Because I built you a bike? Because my brother knows the words to your theme song? We don’t know each other!

Elastigirl: But you can count on me anyway.

Evelyn: I am supposed to, aren’t I? Because you have some strange abilities and a shiny costume the rest of us are supposed to put our lives into your gloved hands. That’s what my father believed. When our home was broken into, my mother wanted to hide. Begged my father to use the safe room. But father insisted they call his superhero friends. He died, pointlessly, stupidly…waiting for heroes to save the day.

Elastigirl: But why would you…your brother…

Evelyn: Is a child! He remembers the time when we had parents and superheroes. So, like a child, Winston conflates the two. “Mommy and Daddy went away because Supers went away.” Our sweet parents were fools to put their lives in anybody else’s hands. Superheroes keep us weak!

Y en este diálogo, los lectores más competentes reconocerán una idea que aparece por allá en el viajero y su sombra y, seguramente, también en el Zaratustra, donde se critica al hombre porque antes de conocerse a sí mismo decidió conocer a dios, lo que viene significando que legó toda responsabilidad sobre sus actos en un ente externo y nunca en sí mismo, por lo que es un ser débil que siempre espera a que algo o alguien más le resuelva sus problemas; por esto mismo, se somete a sistemas morales que limitan sus deseos naturales y a largo plazo le minimizan su voluntad y su vida misma.

Es por ello que dios, su concepto propiamente dicho, debe ser destruido, para que el hombre se transforme por fin en sí mismo. O puesto de otro modo, Magnífico debe ser destruido para que todos en el pueblo de Rosas dejen de ser niños y finalmente se conviertan en adultos. Ahora, que si desde un principio nos mostrarán que el contrato social al que se someten los ciudadanos de Rosas, perdiendo su voluntad, es la fuente de poder de magnífico y nos hubieran mostrado una amenaza externa de la que Magnífico les estaba protegiendo, pero Asha revelara que no había tal amenaza (era un juego de magia creado por el mismo Magnífico) y que lo único que hacía el rey era drenarlos para conseguir más poder, entonces, ahí sí tendría sentido liberar los deseos y devolverle su identidad al abuelo Sabino.

Y si Elastigirl hubiera caído en cuenta de que su existencia (y la de su familia) estaban malcriando a la humanidad, entonces lo más lógico hubiera sido que se retiraran hacia las sombras y se volvieran agentes secretos, defensores invisibles e inspiradores del porvenir.

En cambio, tenemos un villano mal justificado por el lado de Wish y un villano perfectamente comprensible por el lado de los increíbles 2 que debería haber ganado, encapsulados en dos películas que podrían haber sido mucho más significativas de lo que fueron.

Pero al menos pudimos ver hablando a Valentino. El único personaje en esa película al que le cabe por completo el adjetivo de Magnífico.

Sobre palitos de queso y otros lujos (116 de 365 +1)

De un tiempo para acá se han “normalizado” (como dicen algunos influencers) ciertas “narrativas” (como dicen otros influencers) que al principio suenan como sentido común, pero que en breve se convierten en la excusa de alguien para vender productos a un precio inconcebible. Empecemos con los discos de acetato (o vinilos como dice el resto de los influencers): Por allá en los dos miles me compré un disco de Anton Rubinstein tocando el segundo concierto de piano de Beethoven por la módica suma de $5.000 pesos (un dólar de hoy en día, para mis lectores internacionales… no sé si los hay, pero un hombre puede soñar) y llegué a mostrárselo a mi papá quien, junto con mi madre, había amasado una inmensa colección de discos de todos los géneros concevibles (por ejemplo, jamás entendí por qué había un Single de Miguel Mateos cantando “Es tan fácil romper un corazón” por un lado y “ob-se-sión” por el otro… ahora que lo pienso, de pronto era porque era un disco chiquito que podía poner yo de niño y si se dañaba no era tan grave…). De inmediato lo puse en el equipo de sonido (o microcomponente, como dicen ahora los vendedores del Éxito) y me senté a escuchar, súper orgulloso de lo económica que era la buena música.

Cinco años después, y a menos que uno esté en el mercado de las pulgas de San Victorino, el último disco de los catorce cañonazos bailables vale $250.000 pesos. Y al parecer todo disco negrito es un lujo para los más hipsters entre los millenials. ¿Por qué? Vaya uno a saber.

Pero se pone peor, porque todo influencer que se respete, estuvo desdeñando del fenómeno de la “Fast Fashion” y de cómo las grandes marcas industriales (en particular Zara, Bershka, Mango y Stradivarius) le generaban la necesidad al consumidor (el consumidor siendo ellos, por supuesto) de andar renovando el clóset cada dos meses, mientras explotaban a niños tailandeses. Y el discurso es bonito y revelador, pero es una clara muestra de que los influencers que critican esta tendencia son gente de clase alta que acostumbraba comprar ropa cada dos meses y no sentirse culpable sino hasta que fue popular hacerlo. Y lo digo porque yo todavía tengo una camiseta café que compraron para alguno de mis hermanos en Koaj cuando todavía se llamaba Pronto. Porque todas mis camisetas de Movies tienen más de cinco años (a eso le llamo yo ropa nueva) y porque no he conocido al primer colombiano promedio que no tenga el clóset lleno de prendas heredadas combinadas con alguna chaqueta que le regalaron por allá en el 2010 y que todavía usa porque le queda linda y se la regalaron en una buena navidad. A lo que voy, es a que, a menos que uno sea influencer vendiendo ropa de distintas marcas, uno suele usar la misma ropa hasta que ya se deshilacha o se va caminando sola. Y lo peor fue la solución: la promoción de “marcas puramente colombianas” que sacan ropa cada dos meses, explotan a adultos colombianos y valen exactamente lo mismo que un vestido de Zara, (si no más caro) y que si uno llega a comprarlos, procura no usarlo, porque va y se le daña a uno esa vaina tan cara.

Porque la solución pa’ todo en este país es volverlo más caro. Como cuando les dio por el dichoso impuesto saludable de las bebidas azucaradas, inspirado por supuesto en hacerle bien a las personas para que tomaran más bebidas saludables. Por esta razón, hoy en día un jugo de naranja es más barato que una Manzana Postobón………….. Y, pues no, ya que en todo centro comercial hoy en día un jugo de frutas es un artículo de lujo que vale casi siempre el doble que la gaseosa promedio y esto porque apenas le subieron el precio a las gaseosas los restaurantes entendieron que también podían hacer más caras el resto de las bebidas. Afortunadamente y como siempre, desde antes de que se andaran inventando impuestos inútiles, los restaurantes de corrientazo dan el jugo con el almuerzo y la gaseosa la cobran más cara, porque para la gente que tiene que almozar barato por la calle todos los días, una gaseosa siempre ha sido un artículo de lujo y cobrarla más cara no cambió en nada sus hábitos alimenticios.

Lo que me lleva a la peor tragedia de la historia reciente: Hace una semana pregunté el precio de un palito de queso en Tostao y a pesar de que probablemente, solo de vista, se notaba que era el pedazo de hojaldre más crudo de la historia, cubriendo el queso de la más mala calidad que ha visto el ser humano en su historia, tan grande como el dedo meñique de un gato, a pesar de todo esto, el vendedor se atrevió a decirme que ese pedazo de porquería valía cinco mil pesos. ¿De cuándo acá un palito de queso es un plato gourmet? Supongo que atrás quedaron los días en que con cinco mil pesos se comía un café con palito de queso en Oma o en Juan Valdez. Al menos el del Oxxo vale tres mil pesos. Al menos el D1 los vende chiquitos para hornear. Al menos a esta hora no me da hambre. Over and out.

Sobre la Sonata Op 27 No 1 “adagios” (115 de 365 + 1)

Los videos que incluyo en esta entrada solamente presentan las partes lentas de lo que podría considerarse el movimiento final de la Sonata Op 27 No 1, o sea, son secciones pequeñitas tomadas de ese movimiento. La música faltante está conformada por secciones más rápidas que, si bien, no son necesariamente más difíciles técnicamente, sí son más exigentes físicamente (cansan más, mejor dicho), y como no he podido tocar con juicio (por falta de tiempo como notarán por las entradas 103 a 112), estoy seguro de que intentar grabar el movimiento completo me dejaría frustrado y agotado. Por eso, los dos videos que escucharán terminan como en continuará. Y que disculpen.

Por otro lado, y como mencioné hace ya un tiempo, las piezas que Beethoven compone en la tonalidad de la bemol mayor (o incluso breves secciones en otros movimientos y piezas que pasan por esa tonalidad) son el epítome de lo conmovedor y siempre he disfrutado mucho tocarlas. Este movimiento, en particular, pinta una imagen demasiado específica que no tiene nada que ver con la música, pero va más o menos así:

“Un hombre barbado y canoso teclea en la lengua de Cervantes los secretos jamás contados de la Historia de Colombia, tras haber leído las noticias en francés; entre tanto, una mujer de joven eternidad resuelve el enigma numérico de turno y procura ignorar el acorde sospechoso que suena lindo pero rarito. El palo de rosa vibra mientras que, al lado, la piedra recorrida de escaleras ajenas es percusión no solicitada. Tal vez llueve, porque esta ciudad es solo es bella cuando llueve. A veces huele a tinto.”

Y por qué la gente no escucha música clásica VIII: Siempre juega de visitante (102 de 365 + 1)

Los instrumentos que utiliza la música clásica no necesitan electricidad, por lo que para poder escucharlos es necesario encontrarse en un lugar donde se cumplan al menos dos condiciones 1) Las paredes y techo estén diseñados para aumentar las vibraciones acústicas del instrumento 2) La gente esté dispuesta a guardar silencio mientras escucha. Ninguna de estas dos condiciones es necesaria para escuchar musica popular (entendiendo popular como todo lo que no es música clásica), puesto que está depende y al mismo tiempo se alimenta de las ventajas sonoras que otorgan los parlantes.

¿Podría Karol G llenar el campín y ser escuchada si no existieran los amplificadores de sonido que le permiten cantar por encima del ruido de sus fanáticos? ¿Podría utilizarse la música de los Hispanos para ambientar los diciembres colombianos si no existieran en la casa los bafles?

Y, claro, no es que no se pueda amplificar un instrumento acústico con micrófonos (o que no se haga en algunos conciertos con orquestas) sino que lo acostumbrado en la música clásica es acudir a lugares que sean como los descritos en el primer párrafo. También porque existe hoy en día un tipo de reverencia hacia la música clásica que me temo no existía en siglos anteriores.

A muchos les sorprenderá enterarse (o eso creo yo) que la música de Bach tiene piezas que son de hecho basadas en danzas y que no sería demasiado loco imaginar a gente parrandeando con las piezas del compositor alemán. Dado que explicar esta idea es un poco más largo que una de estas entradas, continuaré mañana expandiendo esta idea.

Relato de una llamada telefónica (98 de 365 + 1)

El sujeto huele a cerveza. Tiene una lata de Águila en la mano de la que toma sorbos cada vez que el bus se detiene en una estación. Evidentemente, está prohibido ingerir bebidas alcohólicas en Transmilenio, pero también lo está pedir limosna, llevar a cabo transacciones comerciales o crear situaciones que afecten la paz y tranquilidad de los pasajeros de los buses (como hacer ruido con un parlante u ofender a la gente sugiriendo que no son bien educados por no responder al saludo de un desconocido), de lo que se deduce que el sujeto debe seguir tomando tranquilo.

Está sentado en una silla roja (eso aunque sea) que combina a la perfección con la gorra que cubre su cabeza. Viste una monocromática sudadera negra, un par de zapatos deportivos blancos y sostiene entre las rodillas una bolsa, también negra, con forma de raqueta. Dos cables blancos le salen de las orejas y se conectan con un teléfono celular que carga en la mano izquierda, la que no tiene la cerveza, y en el que escribe mensajes constantemente a través de WhatsApp. El contenido de los mensajes me elude pero no el nombre de la canción que está reproduciendo en YouTube: Pucho Loco de Damas gratis.

Tocado por la curiosidad, busco la letra de la canción y una frase particular del estribillo llama mi atención: “Fumando mato mi sufrimiento dentro de mí/ Y es que ya nada quedará de nuestro amor / Sí quedo vivo me llevarán a prisión.” E ingenuamente me invento que la historia de tenista y cantante son la misma y que toma Águila en vez de fumar porque de alguien perdió el amor.

Pensando esas tonterías estaba cuando le entra una llamada al sujeto y este comienza a soltar cuantas mentiras le vienen a la cabeza: “Ya me voy a bajar ¿No ve? (Claro que no ve, le está hablando por teléfono)… Es que cogí el ocho ¿Sabe que es el ocho? (Estamos en una estación de la troncal el Dorado por donde no pasa ningún bus con el número ocho ¿Y por qué le grita?). Este para en todas y por eso me demoro (o sea que no estaba a punto se bajarse).”

Luego la conversación se desvía a otros temas, como si al emisor no le hubiera importado saber la ubicación, sino solamente informarle al sujeto algo sobre su ¿Hijo? ¿Sobrino? Porque este en breve le responde a quien le escucha “que si se lo van a llevar a piscina tienen que mejor dejarlo por allá, para que por la noche no le toque enfrentarse al frío y más bien llegue mañana a la casa con el calorcito guardado”. Luego cuelga sin despedirse y revisa la hora en el reloj, también negro, que le cuelga en la muñeca.

Espero, como un investigador barato, que se baje en una estación distinta a la que yo me dirijo, para seguirlo y tratar de averiguar algo más, pero llego a mi destino y el sujeto sigue allí apostado en la silla que lo conocí. Me bajo y me siento muy decepcionado, como si me hubiera perdido el resto de una telenovela, donde un instructor de tenis casado, cae en el vicio luego de que su amante, una señora acaudalada que le paga por darle clases de tenis a su hijo, ha decidido terminar su relación porque su marido está sospechando que algo raro pasa con “el profe”, porque su hijo no fue capaz de jugar un partido decente contra él en el club.

Pero supongo que nunca me enteraré y por siempre me preguntaré si acaso hoy “él se encuentra encerrado” y debo decir que su mujer “una ingrata” “ya no está a su lado” y que “ahora lo condena y no lo va a visitar”. Tomando y fumando un Pucho Loco en Bogotá.

Errores mitológicos (96 de 365 + 1)

Son las ocho de la noche un sábado cualquiera y el carro va a toda velocidad (o sea, como a cincuenta kilómetros por hora, porque aquí ponen multa por todo y en sentido norte, porque a esa hora hacia el sur hay trancón cualquier sábado promedio) por la única autopista de la ciudad. El radio, sintonizado en la X, toca la canción pop más famosa del día (alguna de Olivia Rodrigo) cuando de repente se escucha la voz de Dahiana Rodríguez diciendo lo siguiente: “Juntos abramos esta caja sonora de recuerdos llamada Pandora’s Box.” y yo me asusto porque estoy seguro de que ahora van a sonar las peores canciones de todos los tiempos y al final va a sonar una única canción medianamente decente para hacer sentir mejor al que escucha.

Porque claro, Pandora fue diseñada por Zeus como una estrategia de venganza contra el titán Prometeo por haberle robado el fuego a los dioses y dárselo a la humanidad. La cosa funcionaría así: Pandora sería regalada a Epimeteo (el hermano de Prometeo) y ésta vendría con un accesorio (una caja, en traducciones modernas, pero probablemente en su original una urna o jarrón micénico) que al ser abierto traería la muerte y la enfermedad a la humanidad. Dado que la humanidad era la creación de los dos hermanos titanes, hacerles este daño satisficiría los deseos de venganza del rey de los dioses. Y todo pasó tal cual como Zeus esperaba, con algunas versiones de la historia aduciendo que Pandora se casó con Epimeteo, y que la caja era un regalo de Zeus que Pandora abrió cuando Epimeteo no estaba en la casa, liberando así los males en el mundo.

En esta última versión de la historia, Pandora habría intentado cerrar la caja para detener la tragedia, sin embargo, lo único que logró encerrar fue la esperanza, que finalmente habría salido al mundo también. Y ojo, que aunque esta idea es la que le da origen al dicho “la esperanza es lo último que se pierde” lo cierto es que la esperanza es el peor de los males, porque desde la ideología griega no se ha de entender como que el futuro trae algo bueno, sino como la manifestación mental de un vano y torturante deseo de esperar algo bueno que nunca va a pasar. En otros casos se han intentado hacer paralelos entre las mitología judeocristiana y la mitología griega, sugiriendo que Pandora, al igual que Eva, era la primera mujer. Pero al final, lo único que queda claro es que nada bueno había adentro de la caja de Pandora y que es imposible escapar a la voluntad de Zeus.

De ahí que un programa que se llama “La caja de Pandora” debería estar lleno de las canciones más trágicas, horribles, detestables y miserables jamás escritas (cualquier cosa de Kanye West o Drake, por ejemplo) pero no, al parecer el programa de Dahiana Rodríguez está conformado por canciones “viejitas pero sabrosas” que son “rompepistas” en el mundo del Pop. O en palabras de la emisora: “Clásicos para bailar y recordar todos los sábados desde las 8 de la noche con Dahiana Rodríguez”. Lo que a mí me parece absurdo, pero creo que no le genera mayor preocupación a la mayoría de las personas, porque el nombre Pandora y su caja suelen utilizarse, al menos en español, como sinónimo de “sorpresas” y no de males o tragedias. ¿Cómo pasamos de una cosa a la otra? ¿Misterio insondable (o sea, yo no sé, pero si alguien me explica, que muchas gracias)

Entre tanto, el carro termina su recorrido mientras intercala canciones de la X y de “Las niñas lindas bailan Rock and Roll” en Radioaktiva. Y así, la noche ha cerrado del todo en las campiñas de Bogotá. Zeus duerme en las alturas mientras yo escribo en la internet.

¿Y por qué la gente no escucha música clásica? Parte VII: No se conecta con la música moderna o al menos eso creen II (92 de 365 + 1)

Me sorprendía esta mañana encontrarme con un artículo escrito por Classic FM donde halagaban la inclusión de una parte de Caro Mio Ben en la canción Daughter de Beyonce. Y los comentarios en redes sociales mencionaban que Beyonce había sido educada primero como cantante de ópera y que había decidido seguir el camino del pop. Es difícil saber si este tipo de comentarios es ofensivo para el pop o para la ópera (porque evidentemente el que lo escribió cree que una cosa es mejor que la otra), pero lo cierto es que no es un fenómeno nuevo y las canciones que utilizan citas directas de piezas clásicas son tan abundante como granos de arena hay en la playa. Por ejemplo (y from the top of my head), la canción It’s a Hard Life de Queen inicia con Freddy Mercury cantando las notas del aria “Vesti la giubba” de Leoncavallo con una nueva letra.

Escuchar desde el 1:56 hasta el 2:12
Y aquí desde el 0:07 hasta el 0:17

También Blackpink, en Shutdown, utiliza notas del concierto de violín de Paganini, más conocido como la Campanella, al inicio de la canción. O bien, la tocada, retocada y súper interpretada Bagatella en la menor de Beethoven (AKA Para Elisa) ha inspirado desde hip hop hasta reggaetones, pero una de mis favoritas, que me presentó mi compañera de aventuras hamburguesísticas (ver ¿Y por qué la gente no escucha música clásica? Parte I) y quien inspiró esta serie de escritos es la que viene a continuación:

Esta canción es de hecho una lección de historia de la música.

O cómo olvidar al grupo Muse y su magnífica pieza I belong to you (+Mon Coeur S’Ouvre a Ta Voix):

Pieza de música que llegó por casualidad en una misteriosa noche automovilística

Esta toma toda una sección completa del aria Mon cœur s’ouvre à ta voix (algo así como Mi corazón se abre ante tu voz) de la ópera Sansón y Dalila de Camille Saint-Saëns y aunque el francés de Matt Bellamy suena chistoso, su interpretación y arreglo son sencillamente maravillosos.

Y así podría seguir invariablemente e interminablemente mencionando cómo los cantantes del mundo moderno toman inspiración en la música clásica, creo yo que para demostrarle al mundo que son músicos serios y no solo agentes comerciales del capitalismo (noción que no le hubiera molestado a Mozart o Beethoven, que querían convertirse en artistas independientes y solamente el último lo logró), y que con todo y sus millones desean grabarse en los anales de la historia para que de aquí a mil años los recordemos como seguramente recordaremos a nuestro señor que es uno y trino… y mordente y grupetto. A su innegable majestad, Johan Sebastian Bach.

En un artículo de hace tres años mencioné como Richie Ray y Bobby Cruz lo viven citando en todas sus canciones, a veces con nombre y apellido y hasta haciendo en Medley todos los “Greatest Hits” del compositor (al respecto escuchar La pieza Mi amigo Sebastián que combina un concierto de clavecín, un concierto de Brandemburgo, el Wachet auf, ruft uns die Stimme y la Tocata y fuga que todos cantan cuando piensan en una canción para órgano). O Black Bird de los Beatles que cita una parte de una Bourré en mi menor. O la Baudinerie de flauta, que fue junto con otras piezas clásicas uno de los ringtones favoritos de los dos miles. Pero estos eventos se quedan cortos ante el mecanismo de composición que permea todas las canciones creadas desde el barroco hasta nuestros días y que se popularizó por el que en mi opinión es el libro más importante de toda la historia de la humanidad (lo sepa la gente o no): EL CLAVE BIEN TEMPERADO.

Todas las canciones, o al menos la inmensa mayoría de las famosas (alrededor del 98%), están construídas alrededor de la noción de tonalidad (o tonos, o escalas, o las notas, o los acordes de la canción o como sea que le llame su profesor de guitarra de turno) y las 24 tonalidades existentes (porque son esas y no hay más) se ven representadas (la importancia de la representación) en ese libro maravilloso con dos “canciones” para cada una, un preludio y una fuga respectivamente. Son las melodías y técnicas representadas en estas 48 piezas las que han inspirado, directa e indirectamente, a todas las personas que han intentado y/o logrado vivir de la música, porque si no fuera por el Clave Bien Temperado, seguramente utilizaríamos otro sistema de composición.

Por ello termino esta entrada con el último de los preludios y fugas, el de sí menor, para que recuerden que desde Love Me Do hasta Despacito hemos dependido del conocimiento musical que legó nuestro altísimo señor don Bach: