Reseña Goodbye Columbus (167 de 365 + 1)

Lo que me gustó

Hablaré de cada uno de los cuentos que conforman esta colección

Good Bye Columbus

Esta novela corta (o novella como las suelen llamar en… ¿francés? ¿inglés? curiosa costumbre inglesa de llamar en otro idioma algo que es lo mismo de todos los días, pero un poquito distinto) es una de esas obras maestras del show don’t tell y que invita al lector a llenar con su imaginación las motivaciones de los personajes al interior de una narrativa sólida y lineal. Es también una muy inteligente representación de la implícita lucha de clases en Estados Unidos, no solamente al interior de las familias judías, como es el caso entre Brenda y Neil, sino también entre razas, como se muestra en la relación de Neil, el niño negro que asiste a la biblioteca y el señor que quiere buscar el libro de Gauguin. Es muy fácil sentirse parte y entender las vidas de estas personas en los años cincuenta y no diré mucho más para no arruinarles la experiencia si lo leen.

La conversión de los judíos

Probablemente el único relato que he leído de Philip Roth en su lengua original y que encontré en internet un día que estaba buscando cómo hacer más interesantes mis clases de religión en el colegio. Como sabrán los que estudian filosofía teológica, la pregunta sobre los límites de la omnipotencia de dios ha dado para tomos serísimos de discusión y para chistes de todo orden que incluso han llegado a los Simpson (¿Jesús podía calentar tanto un taco de microondas que nisiquiea él pudiera comerlo?). Este cuento de Roth trata de lo mismo, de alguna manera, pero además trata sobre la rebeldía de la adolescencia y, hasta me atrevería a decirlo, sobre la inutilidad de las guerras santas. Chistoso e inteligente como los Simpson o South Park en sus mejores épocas.

El defensor de la fe

Un relato de ingenuidad y venganza. Es difícil no sentirse identificado con el sargento al final de la historia.

Epstein

Curioso que el protagonista de la historia, que tiene su centrado tema sexual, tenga el mismo apellido que el reconocido delincuente Jeffrey Epstein. Creo que, de todos modos, todos los hombres se sienten como el protagonista de esta historia a medida que van envejeciendo.

Eli, el fanático

Leer este cuento me recordó a Bartleby y lo cerca que, confieso, me siento de convertirme en alguno de esos dos personajes. Creo que todo humano se siente en distintos momentos de su vida con las ganas de decir “I’d prefer not to” o sencillamente cambiar de uniforme y convertirse en otra persona, con tal de no pertenecer a la difícil cultura del capitalismo trabajador. Todos queremos perder la cabeza porque sabemos lo ilógico que es el mundo que habitamos y que compotarse como un loco es lo más sensato que se puede llegar a hacer.

Lo que no me gustó

No se conoce al hombre por la canción que canta

Honestamente, no entendí la intención de este cuento. Y también siento que se cambia el ritmo de la narración de manera muy abrupta, como si Roth hubiera tenido una novela en mente y se hubiera arrepentido a mitad de camino. De pronto fue que no entendí de qué se trataba.

En conclusión

Philip Roth siempre entrega grandes historias y es sorprendente que esta haya sido su primer libro. Como dijo Saul Bellow “el señor Roth ha nacido ya con uñas, con pelo, con dientes, y hablando a la perfección”.

Reseña: El origen (158 de 365 + 1)

Yo sé lo que me van a decir: Nadie en su sano juicio se pondría a gastarle a tiempo a un libro de Dan Brown y menos a uno que no es tan famoso como el Código Da Vinci; y menos aún cuando uno antes ha hablado pestes de los libros de este escritor que hacen grandes éxitos taquilleros (aunque todos sabemos que esto es gracias al reparto y no a la calidad de la película) y un papel higiénico un poco rasposo. Pero me pudo más la curiosidad y un principio de que es mejor críticar con conocimiento de causa que porque sí, así que aquí voy:

Lo que me gustó

Creo que lo único que Dan Brown hace bien es mencionar lugares famosos (y otros no tanto), que están dotados de un altísimo valor histórico, artístico y/o arquitectónico, y bañarlos de descripciones hiperbólicas plagadas de chismes y fantocherías como las que se esperan de un culebrero de esos que ya no hay. El resultado es que uno termina genuinamente interesado en averiguar si esos lugares existen y es posible que termine queriendo ir a visitarlos solamente para comprobar si la sarta de sandeces que Brown se atreve a describir en sus libros tiene al menos algún dejo de fundamento en la realidad. Estoy seguro de que este tipo de libros fomenta el turismo artístico y ello debe ser apreciado y agradecido, así que, algún día iré a Barcelona con este autor en mente.

Lo que no me gustó

Lo que sentí cuando leí el Código Da Vinci se manifestó igual cuando leí éste. Dan Brown depende en altísima medida de que sus lectores sean especialmente ignorantes de las pinturas, sociedades, personas y lugares mencionados. Pero si el lector posee un conocimiento más o menos funcional de, por ejemplo, autores ingleses o movimientos extremistas como la iglesia palmariana, en breve descubrirá la respuesta a los enigmas más importantes del libro y apenas si va a levantar la ceja cuando, después de trescientas páginas, el atembado de Robert Langdon, con su supuesta memoria eidética, por fin se le ocurre pensar que William Blake además de poeta era ilustrador (aunque en el libro la cosa la muestran, por alguna razón, al revés, primero ilustrador y luego poeta, lo que en mi cabeza hace todo el asunto aún más estúpido, pero bueno) y que de pronto la clave del computador que tienen que desbloquear es de un verso de alguno de sus poemas. Ahora, que si uno nunca ha leido a Blake y nunca ha visto sus ilustraciones, de pronto se emociona al llegar a esta parte; yo, en cambio, llevaba 200 páginas diciendo “es Blake… ES BLAKE…. ES WILLIAM BLAKE PEDAZO DE……..”

Lo mismo sucede con la premisa del libro. Un hallazgo científico encontrado por Elon Musk, digo Edmond Kirsch, es supuestamente tan poderoso, que amenaza con destruir las bases de las religiones más importantes del mundo, por lo que alguien, al parecer el obispo mano derecha del rey de España, lo asesina antes de que revele su descubrimiento. Si algo se sabe de las religiones es que ningún hallazgo, de ninguna naturaleza podría destruirlas; las religiones se adaptan, se actualizan, se transforman, pero nunca desaparecen y solamente alguien muy ingenuo creería que un mensaje de Elon Kirsch, digo Edmond Musk, digo Edmond Kirsch podría causar mayor revuelo que unos cuantos tweets aireados.

Ahora, el otro gran problema de Brown es que sus revelaciones de villanos dejan de ser reveladoras cuando uno ya ha visto su estrategia en cine y en libro. Desde el minuto en que aparece Winston me imaginé que él tenía que ver con la muerte de Edmond ¿por qué? porque en el Código Da Vinci el malo era el artista bueno que había ayudado a Robert y porque en Ángeles y Demonios el malo era el cura que había ayudado a Robert. Ni siquiera el hecho de que Winston fuera una IA cambiaba el hecho de que era el malo porque, pues, había ayudado a Robert Langdon y el agua moja. Pero, de nuevo, si este es el primer libro que uno lee de Dan Brown, probablemente se va a sorprender en este momento y va a decir “oooooooh”. Pero lo que ningún lector va a dejar pasar es que el obispo Valdespino, el que uno cree que es el malo todo el libro, actúa de una manera supremamente errática con un acto que es a la larga irrelevante para el argumento de la historia. Es más, las 150 páginas en que aparece el dichoso obispo (y el rey de España, de hecho) podrían omitirse y el libro sería mucho más entretenido.

Pero lo peor es el mensaje de Musk, digo, Kirsch. Brown desgasta 80 páginas del libro describiendo un video que podría pertenecer a Cosmos, pero en versión barata. Y el mensaje que revela es bastante decepcionante: 1) la vida es la manera organizada en que el universo gasta energía y 2) algún día todos seremos inteligencias artificiales/robots….. Así como la gente dice que hay reuniones que podrían haber sido emails, de este libro se podría decir que hubiera sido mejor como una presentación de Power Point (y de esas viejitas, por favor, de las que sonaban rayos láser cuando aparecía cada letra).

En conclusión

Está bien para un lector novato que no sepa nada sobre arte o historia, así que supongo que no es tan nocivo realmente y leer es siempre un buen ejercicio. Es solamente que no es para mí.

Postdata: ¿Por qué será que todos los personajes femeninos de estos libros se tienen que enamorar de Robert Langdon? La idea es apenas creíble cuando le pasa a James Bond….

Reseña Fundación e Imperio (56 de 365 + 1)

Lo que me gustó

A diferencia del primero, este libro sí es una novela, o más bien dos novellas juntas (para usar la clasificación inglesa por cantidad de palabras) en un sólo conglomerado. (Spoiler alert) La primera trata del enfrentamiento entre la Fundación y el ya decaído imperio, y está a propósito escrita como una historia frustrante, o más bien, frustrante para sus protagonistas, puesto que ellos están incluidos allí para proporcionar un punto de vista que demuestre que las matemáticas de Seldon funcionan en términos universales y no dependen de la intervención de unos pocos individuos; o dicho de manera más simple, los actos de Devers y Barr (los protagonistas) son enteramente irrelevantes, puesto que el comportamiento de las masas, y en especial el de una institución representada por un emperador paranóico, es perfectamente predecible y no requiere de ninguna intervención externa: si un general del imperio se vuelve demasiado exitoso, el emperador va a creer que éste lo quiere derrocar y, a la primera oportunidad, lo va a ejecutar. Y creo que ello hace casi comédicas las situaciones en que se meten Devers y Barrs, quienes se recorren toda la galaxia llenos de buenas intenciones para lograr prácticamente nada y aún así salir triunfantes.

La segunda novella “El Mulo” es el mejor de todos los escritos de esta trilogía. Primero, tiene el mejor personaje femenino (de hecho el único personaje femenino que valga la pena en 895 páginas de toda la fundación). Segundo, es la primera vez que el plan Seldon falla y por la acción, precisamente de un individuo, el mutante El Mulo, lo que genera un interesantísimo contraste con la novella anterior (como los dos hemisferios de una misma ecuación). Tercero, más que una historia de ciencia ficción es un relato de literatura fantástica donde Asimov logra justificar científicamente (biológicamente para ser precisos) la existencia de un poder mágico de nivel telepático. Cuarto y más importante, tiene un maravilloso plot twist; plot twist que, además, resulta más emocionante a las luz de los acontecimientos de Segunda Fundación. (Fin de spoilers)

Finalmente, estoy seguro de que el holorófono de Futurama está basado en el visisonor de este libro. Hasta Matt Groening ha leído Fundación.

Lo que no me gustó

Este libro es prácticamente perfecto. Nada que criticar.

En conclusión

¡Bayta Darrel para emperatriz!

Reseña Fundación (55 de 365 + 1)

Lo que me gustó

Lo primero que hay que aclarar, para el que llegue nuevo a este libro, es que no es una novela (como probablemente dicen las reseñas de la contraportada); es una colección de cuentos sobre distintos personajes que se encuentran conectados entre sí. La conexión, como podrán deducir, es el proyecto galáctico imperial que recibe el nombre Fundación y en ese sentido, relata las vicisitudes de al menos cinco personajes a lo largo de dos siglos de historia.

De ellos, mi favorito es Salvor Hardin, a quien le salen dos sentencias tan espectaculares que parecen sacadas del inventario de Óscar Wilde: 1) La violencia es el último refugio del incompetente; y la mejor de todas 2) Nunca deje que el sentido de la moral le impida hacer lo que es correcto. Además de sus frases célebres, Salvor Hardin es el único personaje que tiene una participación activa en el desarrollo de los hechos y siendo una especie de James Bond/Winston Churchill/Sherlock Holmes logra fácilmente cautivar al lector con sus ocurrencias.

Ahora bien, en términos de argumento, los cinco relatos que conforman esta colección son una magnífica lección de historia de la humanidad: (Spoilers) Todo inicia con un imperio galáctico, con toda seguridad una recreación del imperio romano, que está en decadencia, pero solamente lo sabe Hari Seldon, un matemático que ha inventado una disciplina que le permite calcular y predecir los comportamientos de las masas como si fueran los componentes de una ecuación físico-química. Sus predicciones le han permitido descubrir que la galaxia caerá en caos durante 30.000 años, a menos que se construya una Fundación de científicos que guarden el conocimiento de la humanidad y permitan la llegada de un segundo imperio al final de diez siglos. O al menos ese es el plan original aparente, porque, realmente, el objetivo de la fundación es convertirse en el segundo imperio a través de las triquiñuelas de la manipulación de masas tan repetidas a lo largo de la historia humana: el conocimiento (en particular la energía atómica) se vuelve exclusivo para una población (la fundación); sus gobernantes lo venden a los pueblos circundantes como magia y religión y a través de ellos construyen una devota red de seguidores (probablemente un guiño a lo que hizo Constantino cuando adaptó el cristianismo en el imperio romano de Oriente); y al final, como evidentemente se descubriría que la religión y la magia no tienen nada que ver con el conocimiento de la Fundación, el poder de la misma se mantendrá ahora a través de una inmensa red de comercio que vende en exclusiva los productos derivados del uso de la energía atómica a lo largo y ancho de los planetas conquistados (algo así como si la burguesía hubiera seguido siendo fiel al clero y se hubieran puesto de acuerdo en cómo seguir dominando toda Europa). La manera en que Asimov convierte su versión de la historia de Europa tras la caída del imperio romano en una colección de cuentos de ciencia ficción es sencillamente magistral. (Fin de los spoilers)

También es muy divertido leer los alcances que Asimov le daba a la energía atómica, desde trituradores atómicos de documentos y basuras, pasando por escudos de energía que desviaban cualquier disparo y hasta transmutadores de plomo en oro con espichar un solo botón. Desarrollos que son imposibles en el mundo en que vivimos, por culpa del desastre de Chernobyl y las dos bombas atómicas. Precisamente por esto, otro texto de Asimov trata de Asnos Estúpidos a los humanos, por haber convertido en desastre lo que debería haber sido la verdadera revolución de la tecnología; en cambio, usar energía atómica o pensar en ella nos hace tan malos como el Sr. Burns.

Tal vez Nolan y su película de Oppenheimer nos devuelvan el interés humano de investigar la energía atómica con un objetivo distinto al de matarnos con mayor efectividad. Entre tanto

Lo que no me gustó

Asimov influenció a toda una generación de escritores, George R.R. Martin incluído, cuyas obras maestras son los cuentos y no las novelas (en mi opinión, A Song of Ice and Fire es muy inferior en calidad a cualquiera de sus cuentos). La cosa es que los dos autores sufren del mismo problema, al menos en el primer libro de Fundación el primero y en la saga de la canción de hielo y fuego el segundo: escriben mejores diálogos que escenas de acción y cuando el texto necesita largas descripciones de momentos épicos, recurren a la estrategia de incluir a un personaje que cuenta lo más fantástico de las historias como una aburrida noticia sacada de un periódico cualquiera (el de cinema sins lo llama Exposition). Lo que a Asimov se le perdona, porque tenía 22 años cuando sacó el primer cuento de la fundación, pero a Martin en este punto se le podría censurar, pues su saga necesita de un toque más Tolkien u homérico (el griego, no el Simpson) para este punto.

Pero sí, hay ocasiones en que preferiría que me contaran la batalla épica entre las naves, en vez de decirme que los reinos se rindieron en una conversación anticlimática entre el primer príncipe comerciante y uno de sus adversarios. En fin.

En conclusión

Asimov es ante todo un científico e historiador con el tremendo poder alquímico de transformar dichos conocimientos en literatura entretenida. Es un libro inteligente pero accesible e insisto, Salvor Hardin les va a encantar.

Reseña: Trilogía de la fundación-preámbulo (54 de 365 + 1)

La cuestión es que este libro son tres en realidad, así que como quiero hacerle justicia, le haré tres reseñas en las entregas 55, 56 y 57 del año. Además, porque lo leí en veinte días, lo que para ciertos lectores no será especialmente sorprendente, pero a mí enorgullece bastante, la verdad. Mucho más (o máxime, como dicen los argentinos) porque llevo al menos quince años intentando hacerle la leída, lo que explicaré a continuación:

Ignoro cómo llegó Asimov a nuestra casa; sospecho que fue algo así como que mi hermana le recomendó el libro a mi hermano porque él estaba estudiando química o bien, él se lo recomendó a ella porque estaba estudiando química (si alguno de los dos lee esto y me lo aclara, le quedaré eternamente agradecido); y lo de la química es importante porque, como ya todos saben, Isaac Asimov era doctor en dicha disciplina, además de uno de los autores más reconocidos del género de la ciencia ficción.

Pues bien, mensualmente comenzaron a aparecer distintas títulos de Asimov regados por toda la casa, desde la mesa del comedor hasta los baños (aunque tal vez debería decir, que especialmente entre los baños), y dado que al menos cinco libros tenían en el título la palabra fundación, era imposible no sentirse atraído por la dichosa palabreja. Porque además suena misterioso ¿No creen? ¿Qué es una fundación? ¿Por qué habría una fundación en el espacio? Y, bueno, como había tantos, creo que nunca cogí el mismo, y entre prólogo y prólogo de lecturas efímeras me enteré de que existía un Hari Seldon, que existía un tal Mulo y que Asimov escribía maravillosos y divertidos recuentos de su propio biografía entre capítulos y entre cuentos. Sus lectores incluso le mandaban cartas sugiriendo que sus comentarios eran mejores que sus libros, lo que él no tomaba como halago, pero que marcó un estilo que Stephen King imitaría en sus colecciones de cuentos, especialmente Nightmares and Dreamscapes (probablemente la mejor colección de historias de terror desde las Narraciones Extraordinarias del viejo Poe).

Pero volvamos a Asimov. Dado que el primer capítulo de fundación incluye a Hari Seldon, pero ya no vuelve a aparecer más (bueno, sí, pero no), creo que el libro que más leí fue Preludio a la Fundación, porque Seldon aparecía en todos los capítulos y creía en ese entonces que él debía ser el punto más importante de la historia (después me enteraría de que no, de hecho en las últimas dos semanas lo entendí por fin, pero ello será cuestión de las siguientes entregas) y también porque este libro tiene una narración más tradicional y más fácil de entender para un adolescente (yo) que no estaba acostumbrado a leer libros de historia (pero de esto hablaré más mañana). El caso es que igual no acabé el libro, también porque se lo llevaban del baño, así que le cogí un poco de fastidio al asunto y preferí al Asimov de los cuentos durante años incontables. De este modo, llegué a apreciarlo como cuentista y a la que considero su obra cumbre en este estilo y probablemente el mejor relato de ciencia ficción de la historia: La Última Pregunta.

En fin, que evité leer la fundación tanto como pude, supongo que también porque uno de hermano menor quiere dárselas de independiente y de distinto y quería jugar a que no me gustaba lo que leían mis hermanos (de hecho me fui con Bradbury y con Clark). Pero además, creo que no sabía lo suficientemente de historia o literatura para disfrutarlo en realidad y, no me mal entiendan, Asimov es un autor accesible, pero como pasa con todos los clásicos, hay que tener un cierto estado mental para dirigirse a ellos con la madurez correspondiente. A fin de cuentas, no todos somos Matilda sacando libros de la biblioteca a los cuatro años.

En fin, que mi hermana me regaló la trilogía de la fundación por allá en una navidad pandémica y, como Sanderson me dejó con ganas de más ciencia ficción, pues finalmente me arriesgué a leer al maestro químico y…. Bueno, mañana les cuento lo demás.

Sobre leer en el bus (22 de 365 + 1)

Creo haber mencionado esto antes, pero estoy seguro de que la mayor parte de mis lecturas las he realizado en el transporte público y le debo a los buses y taxis de todos los colores haberme encontrado con los mejores mundos que me ha ofrecido la literatura. Supongo que muchos dirán algo similar sobre las series de Netflix, Disney, HBO o Amazon Prime que descargan a sus celulares y disfrutan mientras pasean de cabo a rabo por la capital, pero yo soy de entretenimiento pesado, porque los libros pesan, así sus temas sean ligeros.

Mi vicio comenzó en el bus de la ruta para el colegio y naturalmente se extendió a la buseta que me llevaba a la universidad. Al principio me resistí a leer cuando no encontraba silla, pero el tiempo de lectura se me redujo tanto que tuve que arriesgarme a sostener el peso de maleta, hombre y fotocopias con una sola mano, extendida hasta el tubo, mientras que con pulgar en medio abría el libro y pasaba página tras página.

Luego el bus se transformó en el Transmilenio y en el paraíso del fuelle, donde basta una espalda bien apoyada para no caerse, pude ahondar en tomos con brazos abiertos y no temer cargar las amplísimas antologías y/o compendios de las obras completas del autor de turno. En paralelo, y de vez en cuando, me permitía la silla de atrás de los carritos amarillos, para escapar del endemoniado taxímetro e ignorar las historias del (atr)avezado conductor. En ocasiones me quedaba dormido, cabeza y manos extendidas sobre la última página en que aún estaba conciente, pero ello también hace parte del proceso de lectura, porque el buen libro da sosiego.

Sencillamente, amo leer en movimiento, y en estos días en que vuelvo a montarme en los carmines acordeones andantes de Bogotá, procuro buscarme la esquina, donde apenas sostenido por voluntad y no por fuerza, las páginas me balancean en las literas y las figuras de la mente transportadora.

Porque más allá del qué, lo importante es que se lea y que se lea bastante y en donde quiera que se pueda.

Reseña: Strange the Dreamer (02 de 365+1)

Lo que me gustó

El prólogo de la historia está supremamente bien escrito. Se entiende de inmediato que estamos en un ambiente nuevo y extraño, con criaturas y ciudades de las que queremos escuchar su historia.

(Casi) Todos los personajes están muy bien escritos y, sobre todo, motivados.

Los temas que recorren la novela con respecto a la esclavitud, el secuestro, el abuso y el robo de propiedad intelectual, por mencionar algunos, están desarrollados de manera convincente, tanto así que la revelación del final con respecto a Strange es sorprendente, al mismo tiempo que deducible por las distintas pistas que se presentan del asunto a lo largo del texto.

Y, por esto mismo, la conexión entre el prólogo y el final de la historia es bastante satisfactoria.

Lo que no me gustó

Dado que los mundos de fantasía literarios necesitan de secuelas, precuelas y cuanta manivela de continuación se puedan inventar, es de esperarse que la autora buscara la manera de continuar la historia en un libro subsecuente. Lo triste es que es una estrategia tan barata que casi que dan ganas de botar a la basura el libro. (Spoiler alert) La cosa es que más o menos para cuando uno va en la tercera parte del libro es fácil darse cuenta que la persona que se muere en el prólogo es Sarai y cada página del conflicto que va llegando a su punto álgido es una promesa cumplida de la tragedia que se avecina y más que saber qué es lo que va pasar, lo que desea el lector es entender cómo y por qué. En mi cabeza, Strange debería usar sus poderes para mover el ángel luego de la explosión que causó todo el problema, descubrir que como resultado de la explosión Sarai murió, y ayudarle a sus sus hermanos dioses (Minya incluídos) aprender que odiar a los seres humanos no lleva a nada más que más muertes sin sentido; De allí en adelante, Strange se dedicaría a crear una sociedad que aprenda a perdonar a través de la recuperación de las memorias de las víctimas… y entonces todos felices, más maduros, más inteligentes…

… pero no, Minya resulta perdiendo la cabeza y secuestrando el alma de Sarai, lo que le da la razón a la gente para seguir odiando a los dioses, a Strange para tener un enemigo de último momento (casi que de última página, realmente) y a toda la gente envuelta para seguir peleando porque sí. Hubiera sido una excelente oportunidad para no hacer una secuela, sino dejar un mensaje donde se puede creer que una sociedad entera se reconstruye a través del duelo colectivo y la reconstrucción de la verdad, pero supongo que jugar a los buenos y a los malos le da más dividendos a la editorial, así le quite seriedad a la autora (Te estoy viendo a tu, J,K, Rowling). Evidentemente, no leeré la segunda parte.

Lo otro que no me gustó, fue la traducción… A algún idiota atarantado amante de google le dio por ponerle al libro en español “El soñador desconocido”, cuando el nombre del protagonista es “Strange”, no es que no sepamos quién es el soñador, de hecho lo sabemos desde la primera página del capítulo uno. En fin… Debe ser por eso que ahora sólo colocan el título en inglés y le agregan un subtítulo sugestivo como “The Secret: técnicas confidenciales para no conseguir lo que no sabías que no necesitabas”.

En conclusión

Es una lástima que la autora haya creído que tenía que hacer una secuela (o que la editorial la haya convencido). No obstante, insisto en que el libro tiene temas profundos muy bien representados en sus personajes y sus relaciones. Hay que reescribir el último capítulo, pero es un libro que vale la pena.

Sobre La Ley Secreta (100 de 365)

Y hablando de “V”-recomendaciones. Esta es probablemente la mejor de las series que he visto en lengua colombiana. Y es que debo empezar por ahí ¡Es una serie! Tiene uno que otro elemento de telenovela, pero no hay duda de que el enfoque es contar una historia con una producción de alta calidad. Empezando porque las cuatro protagonistas son geniales y sus “backstories” le aportan al desarrollo de los personajes y del argumento en general; se supone que todo esto es basado en historias reales, por lo que supongo que eso habrá ayudado a hacer más creíbles a los personajes.

El conflicto de la historia es evidentemente del narcotráfico, pero es una de esas historias donde no se trata de contar lo chévere que es el “capo” de turno, sino de retratar de manera creíble los problemas por los que pasan los actores del conflicto, enfocándose en los logros de aquellos que se encargan de dar sus vidas para que la ley se cumpla.

Teniendo en cuenta que esta me gustó de verdad, de hecho no quiero decir demasiado sobre lo que pasa en las escenas, así que sencillamente les diré que deben verla. De seguro la disfrutarán.

Lo que no me gustó

(Spoiler alert) Por ahí en algún capítulo alguien se muere justo el día antes de retirarse es, por un lado bastante doloroso y por el otro, un cliché de película de policías gringos. Pero realmente está bien escrito y producido, por lo que es un pecado perdonable.

Que se haya muerto el actor que hacía de Francisco. Y eso que el man sabía cositas.

En conclusión

Está en Netflix. Echen pa’ allá.

Sobre La Venganza de Analía (99 de 365)

Claramente, un año entero es más que suficiente para los reyes, sobre todo a punta de desayunos, almuerzos y cenas, por lo que se podrán imaginar que las “V” recomendaciones no terminaron allí, sino que me llevaron también al género del drama (Aunque creo que esta realmente empezó en 2022 y duró hasta 2023, pero supongo que podrán perdonarme mi crono-ilógica.

Si no la conocen, esta es en resumidas cuentas una reescritura de el conde de Montecristo, pero con más comentario político y, bueno, la protagonista es una mujer actuada por Carolina Gómez.

Lo que me gustó

La historia combina de manera exitosa distintos elementos de cuentos infantiles, cuentos de venganza y novelas románticas. Por ejemplo, la relación de Analía y Pablo de la Torre inicia cuando los dos son niños y los elementos que hacen que perdure son repetidos de manera convincente cuando son adultos; y de hecho recuerdo que siempre me pareció bastante acertado que Pablo no quisiera ayudar a Analía a llevar a cabo su venganza, porque al querer lo mejor para ella, no soportaba verla convertirse en una criminal. Por esto mismo, no es su aliado todo el tiempo, sino que es a veces un rival formidable.

Analía no muere de niña porque la persona a la que encargan de asesinarla decide no hacerlo, al estilo de Blancanieves, y la deja en un orfelinato, al estilo de buena parte de las novelas mexicanas y esa misma piedad que salvó a Analía de niña, se repite cuando el mismo matón decide no matar a Dora, indicando que no era una cosa de un día, sino una característica del personaje, al estilo de muchos cuentos de hadas.

Y con lo de los cuentos de venganza, la manera en que Analía lleva a cabo su campaña de desprestigio contra Guillermo (el asesino de su mamá), mientras que parece estar ayudándolo es muy divertida. Y el hecho de que la venganza se lleve a cabo al final por términos legales prueba que el personaje de Analía creció a lo largo de toda la serie.

Por otro lado, la relación de Guillermo con sus hijos es a veces sospechosamente parecida a los personajes de Succession, pero el hecho de que sea en un contexto político lo conecta más claramente con las cosas que pasan en Colombia. En general todas las actuaciones de Marlon Moreno sostienen a la novela con un hilo sólido de argumento.

Lo que no me gustó

Había demasiados flashbacks que a veces daban ganas de darle, skip porque ya habían mostrados esas mismas escenas antes. No obstante, en mi teoría conspirativa yo me temo que se debe a que los actores que se encargaban de representar a los personajes jóvenes, seguramente habían sido contratados con la promesa de aparecer mucho más en el aire pero cuando algún productor se dio cuenta de que la historia funcionaba meejor si se mantenía en el presente, se dejaron sólo algunas escenas de los actores del pasado, para cubrir dicho tiempo y no detener el avance de la novela.

La actuación de Orlando Valenzuela es pésima, es todo lo que diré al respecto.

Conclusión

En un país donde las novelas viven ensalzando a los narcotraficantes, encontrarse con que hay historias de personas que buscan hacer justicia, pero el contexto tiene elementos de cuento de hadas y adaptaciones de obras de literatura tradicionales es verdaderamente refrescante, como dicen los influencers. Vale la pena, realmente.

Sobre la sonata Op 26 (87 de 365)

Creo haber mencionado antes que, a pesar de mi amor por mi bemol mayor y su relativa, do menor, Beethoven suele tener siempre gemas de la composición escritas en la escala de La bemol mayor. En particular en este blog se discutió la sección C del segundo movimiento de la sonata Op. 7 (que toqué) y el segundo movimiento de la Sonata Op 13 (que también toqué); en en esos días también mencioné las dos sonatas que están escritas enteramente en esta tonalidad y aquí les hablaré de por qué la sonata Op. 26 es la más importante para mí. Luego, en los subsecuentes posts, les mostraré fragmentos del primer movimiento y el tercer movimiento completo.

(…)

Mi historia con esta sonata de hecho comienza mucho antes de que tocara piano, en las sesiones de práctica de mi hermana, quien, para poder destacar las voces de cada variación en el primer movimiento, practicaba mucho con manos separadas. Ahora bien, yo no tenía idea de que eso era lo que estaba haciendo y la cosa me resultaba más bien molesta, porque escuchar a un músico interpretando una pieza es fenomenal, pero escucharlo practicar es francamente frustrante. Lo divertido, no obstante, fue que la línea del bajo se me quedó grabada en el subconsciente cosa que, cuando mi maestra me la asignó, ya conocía de antemano lo que debía sonar en la mano izquierda y la conciencia de la independencia de esa melodía me ayudó a buscar con cuidado lo que varía de una sección a otra en el primer movimiento, pero más acerca de eso en el siguiente post.

Tras un arduo trabajo de todo un semestre logré memorizar los cuatro movimientos de la sonata y a cada rato le iba preguntando a mi maestra por lo que debía ser destacado (¿es el bajo? ¿es el pulgar? ¿es la primera nota de cada grupo de cuatro notas?) y ella, muy diligente, me respondía afirmativamente cuando mi pregunta tenía sentido o bien me indicaba tocando con sus manos la sección, de modo que auditivamente comprendiera lo que debía resonar en cada movimiento. Durante mucho tiempo en tardes solitarias, tras quitarme el uniforme de colegio y ocultarme en mi pijama, las notas que siempre acompañaron mi descanso melodioso fueron las de esta sonata y aún ahora, tras tanto tiempo, todavía puedo recurrir a las páginas de este libro y fluir con Beethoven con relativa facilidad.

Hay que decirlo, de adolescente jamás tuve tiempo ni oportunidades de enamorarme como hacen los jóvenes en los colegios, de modo que todo mi romanticismo juvenil se vertía en las melancólicas notas del primer movimiento, el ascendente paralelismo del segundo movimiento, la trágica revelación del tercer movimiento y la vertiginosa virtuosidad del cuarto movimiento, este último y durante mucho tiempo, la escala descendiente más rápida que me enorgullecía de poder tocar en cuanto piano me encontraba.

Y tan seguro estoy de que toqué esta Sonata para arriba y para abajo tantas veces, que cuando usé el tercer movimiento para lo que lo utilicé (ya verán cuando lean el post), era una pieza ya reconocida por aquel a quien iba dirigida y cuyo título le cuadraba como anillo al dedo. Entre tanto, y mientras ven mis videos en los siguientes posts, les dejaré una interpretación del cuarto movimiento: