Sobre Dune II (165 de 365 + 1)

Creo que por allá en algún punto del año pasado hablé de la primera de Dune y de cómo me pareció sobrevalorada y mediocre, pero que no era culpa del director (tal vez sí un poco del editor) sino del escritor del libro. Esto, porque en el afán de hacer a Paul Atreides una especie de semidios perfecto, que siempre sabe qué decir y cómo decirlo en el momento preciso, Herbert se olvidó por completo de construir personajes femeninos que no fueran más allá de ser la amante, la concubina, la esposa o la bruja del señor perfección Muad’Dib. Aún recuerdo que el final del libro me quitó todas las ganas de leer cualquier otro de la saga: “Mientras que a nosotras, Chani, nosotras que arrastramos el nombre de concubinas… la historia nos llamará esposas.”………

De la segunda película, no obstante, albergué esperanzas de que mejorara el libro, porque Chani, la esposa/concubina, es representada por Zendaya y no hay manera de que su manager la dejara actuar en una película donde su único papel fuera decirle a Chalamet que es perfecto. Ahora que, esperanzas a bordo, no estaba dispuesto a pagarle boleta a esa película, pero sí verla una vez activara la mensualidad de Max (para ver House of the Dragon, por supuesto). Entonces, que ayer finalmente la vi y lo que como purista defensor de libros me llegaría a parecer trágico (si considerara que el libro es bueno), en términos cinematográficos me parece un logro de guionista y director.

Los personajes están mucho mejor desarrollados, hay espacio para el humor (basado en el absurdo fanatismo de algunos) y Paul Atreides no es tan insufriblemente omnisciente. La película agrega secuencias completas de acción que, si bien no son descritas en el libro, sí hacen parte esencial de la historia y le cambian por completo el ritmo al argumento, haciendo que valga la pena escuchar los diálogos sobre magias y profecías incomprensibles (magias y profecías que de hecho solamente son comprensibles si uno lee los anexos, pensándolo bien). Definitivamente, disfruté viendo esta película y supongo que hubiera sido chévere verla en cine, por lo que creo que a la tercera sí le pagaré la boleta.

Películas de los Óscares VI: Barbie (68 de 365 + 1)

Así como a la gente le gustan los Legos, a la gente le gustan las Barbies y con ello, lo que quiero decir, es que pocas cosas son tan importantes para un adulto como los juguetes con que creció y las historias que construyó alrededor de sus imaginados reinos de plástico. Adicionalmente, Lego y Barbie, junto con los personajes Bambi y Nemo, sufren, lo que yo llamo, identidad extendida de marca, a saber, así como cualquier ciervo es un Bambi, cualquier bloque de construcción es un Lego y cualquier muñeca (hasta la fea despeinada del Dollarcity) es una Barbie. Con la consecuencia de que probablemente son las versiones piratas, al menos por estos lares, las que mayor comercialización reciben (lo que no es necesariamente algo malo). Teniendo eso en cuenta, y agregándole el espeluznante esfuerzo de producción y publicidad que le agregaron a esta película era imposible que no llegara a ser considerada como un contendiente serio para los premios Óscar.

Pero además, y sencillamente, la película es buena. Las tres canciones principales, Dance the Night Away, I’m just Ken y What Was I Made For son parte esencial del argumento y lo ayudan a avanzar o bien a explicar las motivaciones de los personajes. Los chistes son en su mayoría bastante buenos, empezando por la sencilla comedia física de los primeros momentos, pasando por los toques de absurdo que experimentan Barbie y Ken cuando los mundos chocan, y terminando con los discursos, entre emotivos y sardónicos, que utiliza el personaje de America Ferrera para despertar a los personajes y a la audiencia (de estos tres, y porque soy hombre supongo, mis favoritos son los de Ken y los caballos porque, se pone uno a pensar, y sí: Todos los personajes importantes de la historia aparecen montados en un caballo, lo hayan usado o no y los carros se miden por caballos de fuerza; a fin de cuentas el mundo masculino siempre se ha venido midiendo por actos de guerra de los que los caballos son siempre los vehículos y las víctimas.) La historia que cuenta la película es coherente; teniendo películas que fallan a la hora de contar una historia convincente (te estoy mirando a ti Maestro), los viajes de reconocimiento que hacen Barbie y Ken son lógicos y es evidente que muchos hombres y mujeres se pueden identificar con lo que uno y otro sienten, que al final es todo el punto de contar cualquier cuento en el formato que sea. Finalmente, si fuera necesario clasificar esa película, me atrevería a decir que es una comedia que entre chiste y chanza resulta representando aspectos de comportamiento humano sobre los que vale la pena reflexionar y llevarlos más allá de la sala de cine.

Ahora bien, los detractores de la película le hicieron un gran favor al criticarla tanto porque la pusieron aún más en el mapa, lo que los publicistas aprovecharon para crear, junto con Oppenheimer, una estrategia muy exitosa que sacó a la calle a las personas y las puso a comer maíz pira con perro caliente una vez más. En fin, que Barbie se ganó su lugar como nominada y también deberían haberlo ganado su directora y su actriz principal, así la academia no lo quiera reconocer.

Veremos hoy más tarde en qué deriva este asunto.

Películas de los Óscares V: Maestro (65 de 365 +1)

La película es mala.

Lo primero, es el título. El personaje interpretado por Bradley Cooper, el Maestro, no es el protagonista, por lo que un título más acertado, al menos para lo que sucede en escena la mayor parte del tiempo, sería Felicia. El problema es que Bradley Cooper se acordó, cada cierto tiempo en el cuarto de edición, que se suponía que al estudio le estaba vendiendo una producción sobre Leonard Bernstein, y por ello resulta metiendo interludios insignificantes para la historia, como la escena de él dirigiendo la sinfonía número dos de Malher, que con toda seguridad fue lo que más le costó aprender a actuar, pero que no le aporta absolutamente nada al argumento.

Lo segundo, es que cada cierto tiempo los acontecimientos parecieran estar robando (o imitando artísticamente) a otras películas que ya fueron exitosas:

Toda la secuencia donde se hace referencia a “On the Town” es un intento mediocre por parecerse a La La Land y otras escenas de musicales que interrumpen con una secuencia de baile el discurrir normal de un relato.

Las escenas de Berstein con sus amantes y los excesos de drogas recreativas que terminan con éste llamando por el teléfono a su (¿ex?) esposa para que le recuerde los valores de la vida son un intento barato de convertir al compositor americano en un Freddy Mercury al estilo de Bohemian Rhapsody.

Las escenas de aceptación de la bisexualidad de Berstein por parte de su esposa y su relación intempestuosa al lado de un piano son recreaciones de la película De-Lovely sobre Cole Porter. Y seguro que otros más conocedores del cine encontrarán más plagios (homenajes artísticos) a lo largo de la hora y pico que dura este cuento.

Tercero, hay actores y actuaciones que son incómodas, molestas y pésimamente logradas. Por ejemplo, cada vez que Alicia Silverston aparece en escena me dan ganas de vomitarme en el televisor, y cuando Bernstein se conoce con Felicia, los dos cantantes que aparecen en escena son más desafinados que un piano cayendo por las escaleras. También los diálogos metacognitivos y filosóficos que mantienen Berstein y Felicia en sus primeros encuentros son más falsos que una moneda de cuero. Todo esto en los primeros viente minutos. Peor aún cuando casualmente en un carro de los años ochenta están escuchando en la radio justo la canción de R.E.M. “It’s the end of the world as we know it” justo cuando mencionan el nombre del compositor… ¿Spotify del pasado? Cringy as F-&%&%ck

Cuarto, Bradley Cooper no hace un buen trabajo cuando pretende tocar piano o cuando pretende dirigir. Se sabe los gestos, pero no hay una conexión coherente entre lo que suena y lo que sus movimientos indican, por lo que muchas veces se ve más caricaturezco que una verdadera representación del compositor estadounidense… y si esperaba ganarse el Óscar por eso, está bien MFT.

Finalmente, es una película que no informa nada. Los que conocen de Leonard Berstein probablemente sentirán que no le rindieron ni el suficiente homenaje ni le hicieron la suficiente exposición de trapitos sucios como para que puedan utilizar la película de referencia en sus clases de historia musical. Y para los que no saben nada de Leonard Berstein, da igual si ven la película o no, porque luego de dos horas, no se aprende absolutamente nada.

Espero que no le den ningún Óscar a eso.